Ya desde la última elección presidencial y municipal estoy votando en blanco. Voto en blanco ya que no quiero tener cargo de conciencia de haber elegido a un incompetente, irresponsable, mentiroso y otros adjetivos que se le ocurra al amable lector de este blog.
El voto por el menos malo es uno de los argumentos que, a primera vista, tiene sentido pero tras un profundo análisis no es razonable. Uno tiene tres opciones; votar por alguien, votar en blanco y votar viciado si desconfía de los miembros de mesa y personeros. Todas son opciones validas.
Si no crees en ningún candidato ¿por qué otros te van a obligar a votar por uno de ellos? Es una presión que no se puede tolerar ya que va contra nuestra creencia. Es que es para que no gane el más malo; te replican. Pero, acaso no dicen que el pueblo es el soberano. Entonces, pues, hagan una mejor campaña, tengan un candidato respetable, decente que diga la verdad y que sea coherente. ¿Por qué yo debo pagar con los platos rotos de la campaña de un incompetente candidato presidencial?
Las causas para votar en blanco pueden ser varias. Porque no le creo a algún candidato o creo que ninguno es competente para ser presidente del Perú. Puede también ser una forma de protestar contra el actual sistema político o electoral que coloca a “cualquiera” como candidato presidencial.
Los retos que enfrenta el próximo presidente que tanto el gobierno de García como el de Toledo no fueron capaces de ni siquiera empezar a plantear una estrategia son:
Resolver conflictos sociales y medio ambientales.
Luchar eficientemente contra la delincuencia y el narcotráfico.
Reducir la brecha social entre ricos y pobres.
Ningún candidato presidencial ha tocado estos temas a profundidad. Nadie explicó la diferencia entre lo que se necesita hacer y lo que se puede hacer, ni menos explicar cuantitativamente el cómo se puede hacer. Los discursos banales de los candidatos fueron muy irritantes. Ninguno sustentó adecuadamente y detalladamente una propuesta. Unido esto a unos “periodistas” parcializados, que más parecían voceros políticos, ha hecho que el electorado peruano se ve atiborrado de mensajes y noticias sesgadas, sin sustento ideológico, perdido en una maraña de información inútil.
Una “afirmación" que se repite en las elecciones y que me tiene harto es: el pueblo peruano es sabio. Suena bonito y es políticamente correcto, pero es falsa. No señores nuestro pueblo no es sabio. ¿Cuántos analfabetos hay? ¿Cuánta gente no acaba el colegio? ¿No es acaso nuestro sistema educativo uno de los más malos del mundo? Sino recordemos la elección del 90, entre Fujimori y Vargas Llosa ¿a quién escogió nuestro sabio pueblo peruano? Seguro al más demócrata, al más honrado y al que tuvo más meritos académicos. Ahora ¿quién está preso y quién gano el Nobel?
Pero hay que aclarar lo siguiente. Nuestro pueblo es ignorante no por elección, es decir, nosotros mismos no decidimos ser sabios o ignorantes. Lo han decidido esto, de manera descarada y a propósito, los políticos y gobernantes que hemos tenido a lo largo de nuestra historia. Esta clase política es la que con un discurso populista o caudillista uso el poder para provecho personal y mantener en la ignorancia al pueblo, que se suponía ellos defendían.
Según leo en Caretas Nº 2175 del 7 de abril el historiador Alfonso W. Quiroz ha escrito el libro Corrupt Cicles: a history of unbound graft in Peru (está realizando la traducción al español). Un adelanto, los más corruptos han sido: El oncenio de Leguía (1919-1930, el primer gobierno de Nicolás de Piérola y gobierno de Miguel Iglesias (1879-1881 y 1882 – 1885, respectivamente), José Rufino Echenique (1851-1855), Alberto Fujimori (1990-2000) y el gobierno llamado revolucionario de las fuerzas armadas: Juan Velasco Alvarado- Francisco Morales Bermúdez Cerruti (1968-1980).
Pues en los textos escolares e incluso universitarios el engaño, la corrupción, las promesas incumplidas, el robo de los diferentes gobiernos ni se menciona. Olímpicamente se los oculta. ¿Quién eligió ocultar estos hechos? ¿La gente? no. Los gobernantes de turno a través del Ministerio de Educación.
Otro problema grande que tenemos en cada elección: no tenemos partidos políticos ni ideologías. Son agrupaciones de cierta gente en torno a un caudillo. Se va el caudillo del país o al cielo (más seguro al infierno) y esa agrupación desaparece.
Pero, para mí lo más sorprendente de esta campaña son las absurdas promesas electorales de los políticos tradicionales. Allí todos se parecen. Por “político tradicional peruano” me refiero al que nunca ha podido resolver un problema de importancia social en su miserable vida, para decirlo lo más suave posible, es decir, un bueno para nada.
En plena etapa electoral escucho y leo las opiniones de los electores y las propuestas de los candidatos presidenciales. La lista de pedidos de los electores y las promesas de los candidatos respecto a que es lo que debería hacer el Estado es sorprendentemente irreal, desproporcionada, variopinta, risible y segura que en otros países se sorprenderán de algunos ellas.
Los candidatos presidenciales y al Congreso Peruano prometen que el Estado peruano hará cosas increíbles. Mencionaré algunas perlas:
Dar leche y alimentos gratis para todos los menores de edad, además de educación, cunas, pañales y demás cuidados para los bebes peruanos. Así ¡qué fácil es ser padre! Tengamos montones de hijos, que el Estado se encargará de ellos. ¡Qué maravilla! Pero esto no lo dice un candidato, lo dicen casi todos, con mayor o menor convicción.
Crédito agrario para todos. ¿Acaso no se acuerdan lo que paso hace unas décadas: el Banco Agrario y Fondeagros?
Masificar las herramientas tecnológicas a todo el país. Internet para todos. Dar un libro electrónico a cada estudiante de los colegios Ya qué bonito ¡quiero mi laptop, mi iPod y una tablet ya!
Crear el ministerio de seguridad ciudadana, de ciencia, de los jóvenes, de los jubilados, etc. Claro a cada problema un ministerio. Entonces creemos los Ministerios de Salud, otro de Cultura, uno de Transporte. ¿Qué ya existen? Y ¿acaso han logrado resolver los problemas de salud, cultura y transporte?
Eliminar la delincuencia y el narcotráfico. Seguridad para todos. Más cárceles y más policías. Se van por lo más fácil.
Atención médica sin costo alguno y medicinas gratis. Titulación para todos. Trabajo para los jóvenes. A este paso los de USA y la UE querrán vivir en el Perú.
Servicios básicos para todos los peruanos: agua, desagüe, luz, teléfono, Internet e incluso cable. A ver si llega a mi casa que pondré en la punta del cerro.
Pero veamos que dice nuestra Constitución de la República en el Título II (del Estado y la Nación) sobre los deberes del Estado:
Artículo 43°. La República del Perú es democrática, social, independiente y soberana.
El Estado es uno e indivisible.
Su gobierno es unitario, representativo y descentralizado, y se organiza según el principio de la separación de poderes.
Artículo 44°. Son deberes primordiales del Estado: defender la soberanía nacional; garantizar la plena vigencia de los derechos humanos; proteger a la población de las amenazas contra su seguridad; y promover el bienestar general que se fundamenta en la justicia y en el desarrollo integral y equilibrado de la Nación.
Asimismo, es deber del Estado establecer y ejecutar la política de fronteras y promover la integración, particularmente latinoamericana, así como el desarrollo y la cohesión de las zonas fronterizas, en concordancia con la política exterior
El Estado no puede ni debería hacerlo todo. Yo me conformaría por que el Estado Peruano me garantice la plena vigencia de mis derechos, que me proteja de las amenazas, que promueva mi bienestar y que me asegure justicia. Del resto me ocupo yo, con mi trabajo.
Se puede dar cobertura de salud, pero de la buena, no como hasta ahora que sólo es en papel y en los discursos. Un buen sistema de transporte, un sistema de defensa al consumidor, un sistema educativo de calidad, ayuda a los indigentes. Si, todo esto es posible, pero habría que subir los impuestos y sucederá como en algunos países de Europa donde una proporción grande del sueldo que puede llegar hasta el 40 % iría al Estado.
¿Permitiría que el Estado le saque el 40 % de su sueldo para mejorar su sistema de vida?
Los asesores presidenciales son otro caso. Muchos de ellos tienen un discurso doble y en otros hasta contradictorios con su candidato.
Hace poco escuché a un economista, asesor de un candidato presidencial, con ideología neo liberal, decir que en vista de que las empresas no pueden hacer investigación, desarrollo e innovación, pues el Estado sería el encargado de hacerlas. Pero ¡qué idea más peregrina! En otras partes del mundo la investigación, desarrollo e innovación lo realizan tanto el Estado como las empresas, pero en mucho mayor proporción y con mayor inversión estas últimas, no el Estado. No han escuchado hablar de los investigadores de la Bayer, los innovadores de Google, etc. Lo curioso del caso es que este economista propone algo que está en contra de su ideología.
Es paradigmático, el caso peruano. Por un lado tenemos un sistema económico neo liberal que “no chorrea a los más pobres” que convive con un sistema de vida casi socialista. Queremos que el Estado nos lo de todo gratis y todos los candidatos lo prometen. Agua, salud, educación para todos. Sin embargo, la gente se ha dado cuenta que ambos sistemas no cumplen las demandas de la población, ni acortan la brecha entre los pobres y ricos y, que además, son a todas luces ineficientes.
Mucha gente se pregunta ¿por qué la mayoría de los peruanos está desilusionada en un país que ha recibido cerca de 200 mil millones de dólares en inversiones, con un PBI en crecimiento, un aumento constante de las exportaciones no tradicionales, creación de miles de empleos, con una economía saneada?
Para responder a esa pregunta daré un ejemplo muy ilustrativo: el caso de Ica. En esa región hay un boom empresarial, capitales peruanos y chilenos, aunque más de éstos últimos. Gran inversión en agroindustria. Se supone pues, que debe haber más trabajo y de hecho lo hay. Se supone por eso que la gente que trabaja pues lleva más plata a su hogar y le permite tener una vivienda digna y educar a sus hijos. Pues si supone usted eso, está equivocado. La gente trabaja en condiciones indignas: jornadas de más de 8 horas de trabajo bajo el abrasador sol, los 7 días de la semana, sueldos menores a 15 soles diarios, malas condiciones laborales, enfermedades frecuentes y abusos laborales diversos. Lo poco que gana se lo gasta en medicinas y vaya usted a ver cómo vive esa gente.
Las condiciones de trabajo tiene características similares en todos los grupos, aún teniendo muchas de ellas certificaciones internacionales, pero esto solo asegura la calidad del producto mas no el que se apliquen principios de seguridad y salud en el trabajo, mucho menos pongan en práctica los lineamientos básicos de prevención de riesgos laborales. El grupo que tiene condiciones de trabajo más difíciles son los que trabajan en los fundos y los acopiadores.
El trabajo de la agroindustria del espárrago en ICA, dado su temporalidad, salarios bajos, etc., se cataloga como un trabajo precario, que dista mucho de la gran rentabilidad que genera los ingresos por su exportación. En los fundos las trabajadoras no cuentan con contrato, muy pocos tienen contrato temporal, ninguna tiene beneficios sociales como seguro social, pensiones, prenatal, postnatal, lactancia, Compensación por Tiempo de Servicios (CTS). En la fábrica, si bien la mayoría cuenta con un contrato temporal, tienen seguro social pero no tiene acceso a atención por que los contratos son por corto periodo, no pudiendo hacerse efectivo, o en su defecto el empresario no está al día en sus aportes. Los beneficios de prenatal y postnatal solo lo tienen por 30 días, siendo de 90, no cuentan con CTS, solo tienen el beneficio de lactancia. En el trabajo de campo existe discriminación respecto a las mujeres en gestación ya que primero son despedidas si están gestando, y no se contratan mujeres embarazadas.
Entonces cuando los candidatos presidenciales hablan de que hay que mantener el modelo económico. A esa gente de Ica que son empresarios les cae bien el mensaje. Pero a sus trabajadores no. A ellos el chorreo no les llega. Pero si otro candidato les dice que no hay que seguir con ese modelo, pues los empresarios de Ica se asustan y sus trabajadores seguro votarán por este candidato.
Por ello, la estrategia de campaña que tuvieron los candidatos de mantener y aferrarse casi religiosamente al actual modelo o sistema económico, porque cualquier otro modelo sería un salto al vacío, no tiene sentido para la mayoría de los peruanos. Este modelo aumenta la brecha entre ricos y pobres, no funciona. Ver informe de la BBC. Entonces, o bien lo cambias o lo varias, pero no lo mantienes. Esa es la torpeza más grande de todos los candidatos, excepto de uno.
Pero para proponer un nuevo sistema económico o político tienes que tener gente capacitada, asesores de primer nivel. No puede ser que el principal asesor sea la señora de uno, que junto con políticos reciclados de izquierda te hagan tu plan de gobierno o creen tu ideología. No te puedes unir al club de políticos “tradicionales” con promesas absurdas e irreales. Debatir no es leer un guión, se requiere contrastar ideas, propuestas y realizarlas bajo presión. Un presidente siempre trabaja bajo presión. Leer los debates entre Héctor Cornejo Chávez y Luis Bedoya Reyes o entre Bedoya con Jorge Grieve.
De los otros tres candidatos, uno ya gobernó y todo lo que dice ahora no lo hizo en su gobierno, ni siquiera atisbos. Además, la gente que lo acompaña es casi la misma, sin el payasito ni el escudero. No comprendió que el ambiente político es diferente al del 2000. Ese discurso que más vale un cholo conocido que uno por conocer, no va más. O ponerse la vincha, marchar por la democracia y que le unan a él los otros candidatos, es una tontería. Nadie le hace caso. Yo asistí a un evento que Toledo organizó junto con otros expresidentes el 8 de octubre del 2009, todo el evento trato sobre la brecha social y lo que debe hacer para reducirla. Si Toledo hubiera aplicado y explicado bien; por ejemplo, la llamada “agenda social para la democracia para Latinoamérica” en la que el mismo participó y elaboró, otro sería el panorama. No fue capaz de mantenerse primero, no continuo liderando la agenda electoral, un día decía una cosa y al siguiente se contradecía, no fue coherente, por su carácter se vio enfrascado en confrontaciones inútiles que le restaron valiosos puntos. No hay manera más necia de perder una elección.
El otro que fue alcalde, pero no supo tener una buena estrategia de campaña y también adolece de un carácter apropiado para recibir consejos de otros, debatir y consensuar ideas. No deja que otros lo ayuden. Lo que él dice es la verdad y los otros están equivocados. El secretismo y el hermetismo son típicos de la edad media. No pido un excelso orador, sino más bien uno que sepa consensuar ideas, planificar y coordinar con los especialistas, alguien que no sólo escuche físicamente, sino que también enriquezca e incorpore en sus accionar las buenas ideas las personas que lo rodean.
Y por allí aparece el exministro que siempre estuvo en política, desde el primer gobierno de Belaunde ese señor aparece en nuestra historia política, y que ahora se hace el fresco. Nunca tuvo un accionar ni menos una declaración de apoyo a causas sociales. Antes: No se puede pagar a los fonavistas. Ahora: si es justo que el Estado devuelva el dinero a los fonavistas. Como candidato defiende causas que antes como funcionario estatal las ignoraba. Doble discurso le llaman. Además se unió al circo electoral. Comenzó a subir por el tocamiento inapropiado que en este país machista pasó tan sólo como una anécdota. Pero ¿y si hubiese sido a una candidata? A pesar de todo ha hecho uso de las redes sociales mejor que los otros y son los jóvenes sus principales electores. La gente de 50 años o más ya lo conocemos bien y más aún los catedráticos de las universidades nacionales. Tiene una ideología económica más clara para él (pero oculta para sus electores) e incluso más extrema que el de los otros candidatos.
Las propuestas absurdas de nuestros candidatos presidenciales, sus estilos de hablar típico de charlatanes tercermundistas, sus calamitosas campañas electorales, sus payasadas, sus faltas de preparación para gobernar, sus carencias para consensuar ideas y acciones, sus ineficientes improvisados e impresentables asesores, sus aberrantes y absurdos comerciales televisivos y radiales, sus hojas de vida nada democráticas carentes de labor social reconocida, la falta de ideología política, nadie explicó la diferencia entre lo que se necesita hacer y lo que se puede hacer, ni menos explicar cuantitativamente el cómo se puede hacer, todo ello me hace pensar que la única opción válida, en estas elecciones presidenciales peruanas del 2011, es el voto en blanco.