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sábado, 13 de mayo de 2023

Reflexiones luego de leer Los Jóvenes Rojos de San Marcos

 Desde hace tiempo estuve interesado en leer el libro de Nicolás Lynch Los jóvenes rojos de San Marcos: el radicalismo universitario de los años 70. Desde cuando era un estudiante sanmarquino en los años 80 me interesó bastante conocer la vida de los líderes estudiantiles, no tanto sus actividades políticas sino su vida personal, su procedencia familiar, sus pensamientos sobre la universidad y el Perú, sobre el futuro profesional, entre otros asuntos. El libro de Lynch me ha permitido conocer y sobre todo entender este aspecto íntimo que antes era secreto y enigmático.

La primera impresión que tuve con la política universitaria, allá por los 80, fue cuando estaba tomando el bus de San Marcos, comúnmente llamado el burro. En eso se acerca un grupo de personas, alrededor de cien, y bloquea una pista al costado de la Facultad de Derecho. Atiné a ver a ese grupete que se arremolinaban alrededor de cierta persona al cual lanzaban una serie de improperios y para espanto mío le arrojaban piedras pequeñas. Cuando pregunté quién era esa persona me dijeron el rector, que ese tiempo era el doctor Gastón Pons Muzzo que para más señas era profesor de mi facultad.

Era usual, por los 80, la toma de locales que podían incluir salones, bibliotecas, despacho de docentes, decanatos, Consejo de Facultad, etcétera. Me acuerdo muchos de las pizarras donde con un lenguaje incendiario y violento se escribía en contra de una posición política o se injuriaba a cierta persona. Por los corrillos universitarios se decía que si no aparecías en una pizarra eras un donnadie.  Otra experiencia que tuve fue cuando un dirigente bajó a los salones y exhortó a los cachimbos -entre los cuales se encontraba- para ir a reclamar airadamente al decano de turno de un tema que ahora no me acuerdo. En términos modernos dicha práctica se podría considerar como acoso e intimidación, pero en esa época era pan de cada día.

Lo bueno de San Marcos es que queriendo o no el estudiante adquiere una cierta sensibilidad social  y una mayor o menor formación política.  Un estudiante sanmarquino de los años 60, 70 y 80 sabe, por experiencia que no existe una izquierda sino diferentes grupos o mejor dicho grupúsculos de izquierda. La respuesta a la eterna pregunta de ¿por qué la izquierda no se une? se puede apreciar claramente tras la lectura de este libro.

En la actualidad, muchas personas cuando hablan de la izquierda peruana no saben su historia y además desconocen que hay diferencias entre comunismo, socialismo, maoísmo, leninismo, trotskismo, marxismo, mariateguismo, etc.  Incluso hay gente tan osada que en su ignorancia los confunde con terroristas. Hay un hecho histórico que, mucha gente ignora y es que a fines de los años 50 e inicios de los 60 hubo un quiebre en las relaciones entre la China de Mao Tse Tung  y la entonces URSS, lo que se conoce como la ruptura entre soviéticos y chinos, creándose seguidores entre Moscú y Pekín (moscovitas y pekineses). Es por ello, en el Perú el Partido Comunista Peruano  fundado en 1930 sufre una división el año 1964 cuando se creó el Partido Comunista Peruano- Bandera Roja (PCP-BR) de tendencia pekines (pro chino) y se establece el primer acercamiento con China. Posteriormente, en 1967 se produjo la primera subdivisión del PCP-BR en dos grupos: Bandera Roja y Patria Roja. Para más información leer APOGEO Y CRISIS DE LA IZQUIERDA PERUANA HABLAN SUS PROTAGONISTAS (pg 22 y siguientes)  de Alberto Adrianzén (Editor) Estos hechos son importantes conocer para entender a la izquierda peruana.

Tres sucesos importantes sucedieron en la UNMSM a fines de los 70 y empezando los 70 donde el activismo político se activó en extremo. Uno es la salida del Dr. Luis Alberto Sánchez del rectorado, otra la lucha contra el Ciclo Básico y la última  el golpe militar del General Juan Velasco Alvarado. Por otro lado, El 18 de febrero de 1969, el gobierno derogó la Ley Universitaria y promulgó una nueva a través del DS 17437 lo que ocasionó un caos en la organización política universitaria.

Es preciso recordar que producto de varias protestas estudiantiles Luis Alberto Sánchez renuncia al rectorado de la UNMSM en 1971  y la Asamblea Universitaria designa al profesor más antiguo: al decano de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, Dr. Juan de Dios Guevara.  Mucho recuerdo el editorial escrito por el Dr. Fernando Quevedo Ganoza sobre su maestro:

Lo que no todos saben y algunos, tal vez, no recuerdan es que, durante la II Guerra Mundial, el Perú dejó de recibir medicamentos de Europa o de los EEUU de América. Los agentes terapéuticos y sus ingredientes no tenían otro destino que los países que participaban en la gran conflagración mundial. La salud y la vida de los peruanos peligraban. Fue entonces que Juan de Dios, aplicó sus profundos conocimientos en Química Orgánica, en Tecnología Farmacéutica y en Farmacología, para diseñar, sintetizar ingredientes y fabricar los medicamentos que los habitantes del Perú requerían. De los laboratorios farmacéuticos de ese otro Maestro Ángel Maldonado, surgieron las medicinas que salvaron del dolor, del sufrimiento y de la muerte a miles de compatriotas. Nunca recibió, por esos logros, un reconocimiento oficial del Gobierno, pero estamos seguros que la historia del Perú lo reconocerá algún día.  Tomado de: http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1810-634X2010000100012

Para mi sorpresa todos los líderes estudiantiles de esa época se expresaban muy mal de doctor Juan de Dios de Guevara y no reconocen su labor académica y su amor por el Perú.  Para los docentes y estudiantes de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, los de Química y  socios de la Sociedad Química del Perú consideramos a él como una gran persona de buen trato con los investigadores y un docente de un buen nivel académico. Mucho me acuerdo cuando en mi época estudiantil iba  regularmente a la biblioteca de la Sociedad Química del Perú a leer las revistas y en una oportunidad el Dr. Juan de Dios de Guevara se me acerca y habla para conocerme y al ver mi interés por la revistas me obsequia una revista de la IUPAC que atesoré por varios años. Sin embargo, líderes políticos estudiantiles expresan calificativos denigrantes e injuriosos contra este insigne académico en el libro de Nicolás Lynch.

Una explicación sobre la respuesta negativa ante el Dr. Juan de Dios Guevara, insigne investigador y mejor buena persona, es que esos políticos estudiantiles estaban altamente dogmatizados y quienes no pensaban como ellos lo consideraban como sus enemigos, por el simple hecho de ser autoridad ya lo consideraban antagonista y según ese criterio había que combatirlo. Este comportamiento, alejado de las lides políticas sanas que construyen país es el que observamos en los políticos hoy, sea de derecha o de izquierda.   Por ello, siempre se dice -hasta la saciedad- que San Marcos es un reflejo del país y comprender la historia de San Marcos es comprender la historia del Perú. Por tanto, la lectura de este libro de Nicolás Lynch es altamente recomendable.

Mi generación veía a estos líderes estudiantiles que nunca acababan sus estudios universitarios: los eternos estudiantes. No voy a espoilear el libro, solo decir que tras la lectura del libro se comprende ese hecho, a pesar de que muchos de ellos eran capaces de terminar sus estudios universitarios a tiempo.

El libro indica como se formó el FER (Frente Estudiantil Revolucionario), Patria Roja, Vanguardia Revolucionaria, Unión Estudiantil, entre otros como. Impresiona también conocer que muchos de esos dirigentes políticos universitarios hayan sido autodidactas casi al ingresar a la universidad. Es decir, no es que después de estudios universitarios de ciclos superiores o tras conocer las diferentes opciones políticas y diversos temas de humanidades opten por una preferencia política. Además, sus fuentes de formación e información eran muy pocos libros y sobre todo panfletos traducidos del chino o ruso al español, no se sabe por quién ni si esas traducciones son reales o edulcoradas.

Para colmo, a estos lideres políticos universitarios, su precaria formación humanística, cero experiencia social, asociado a cierto mesianismo, narcisismo y petulancia los convierte en seres muy dogmáticos y, por ello; sumamente intransigentes. Los principios básicos de “su doctrina” era su único norte para explicar, sin discusión alguna, quejas, dudas ni murmuraciones, casi todos los fenómenos no solo los políticos, también los culturales, sociales, económicos, religiosos, etc. Esto sumado a su completa ignorancia de los cambios sociales peruanos y mundiales y a su percepción idealizada de los países extranjeros hacen un coctel peligroso y efímero. Cuando la realidad chocó con su dogmatismo, todo se les vino abajo.  Prueba de ello, es que podemos comprobar ahora la nula presencia en el quehacer político universitario y la desaparición en el espectro político nacionales de esos políticos universitarios de los 70. Uno que otro sigue en la brega a un nivel casi desapercibido, otros alejados de la política, pero sorprende que algunos de los más recalcitrantes políticos universitarios años después han migraron a la derecha y llevaran consigo su mentalidad intransigente. 

Es mi opinión que en la universidad se haga política, porque es un lugar ideal para formar cuadros de los futuros políticos y gobernantes de un país. Sin embargo, hay universidades donde se condena la actividad política, en especial en las universidades chicha. Esos dueños de universidades no entienden que la universidad es un lugar donde el estudiante, aparte de su carrera, puede dedicarse al arte, al deporte, a diversas actividades culturales y políticas.  Y eso es lo que ha ocurrido en el Perú, se ha castigado, vilipendiado  y despreciando la actividad política universitaria tanto de corrientes políticas de derecha como las de izquierda. Los gobernantes formados en las canteras de los partidos políticos, creo yo, se formaron en la universidad antes del año 60 como José Carlos Mariátegui, Víctor Raúl Haya de la Torre, Luis Alberto Sánchez y después de ellos  Alfonso Barrantes, Fernando Belaunde, Luis Bedoya, entre otros. Me refiero a los políticos con doctrina política y con cierta visión de país aunque con serias deficiencias en sus gobiernos, no a los advenedizos, aventureros, mesiánicos, ni a los que velan por sus intereses económicos. Tal es el deterioro político peruano, que, por ejemplo, no hay un líder con fuerte ideología política que sobresalga ante la situación social actual.   

Se requiere con urgencia sólidos partidos políticos nacionales que tengan presencia en las universidades con buena formación doctrinaria, humanistas, cultos, versados, sensatos, inteligentes, juiciosos y sobre todo honrados. Un político universitario formado así en la academia con una sólida formación profesional y política es el que requerimos para que ocupe cargos de gobierno municipal, regional y nacional, no la tira de sátrapas, incultos, ganapanes y deshumanizados que nos han gobernado casi siempre.

martes, 25 de diciembre de 2012

En política peruana ¿qué es derecha y qué es izquierda?


Hace un tiempo mi sobrinita me preguntó qué es izquierda y qué es derecha en términos políticos. La verdad es que dudé en responder ya que la respuesta depende de qué país hablamos. Por ejemplo, un izquierdista europeo es diferente a uno peruano, casi no se parecen. La izquierda y la derecha en Europa tienen varios intelectuales que abiertamente las defienden en diarios. En el Perú los intelectuales se cuidan de decir abiertamente su posición política.  

Los conceptos, para la gente de a pie, de izquierda y derecha son diferentes en el Perú, USA y países de  Europa, Asia y África. Por ejemplo, en el Perú se espera que tanto un gobierno de derecha o de izquierda mantenga un sistema de salud estatal para todos, pero en USA hay muchos ciudadanos que verían con espanto que sea el estado el que se encargue de ese asunto, ya que lo asocian a un gobierno de izquierda.  También las izquierdas de China y Cuba tienen diferente manejo político e increíblemente difieren mucho en términos económicos.

Lo que expreso en esta entrada no es la definición exacta de derecha o izquierda, menos hago un análisis histórico o sociológico. Es más que nada la percepción del peruano común y corriente. Como se verá los estereotipos son la norma. A continuación pongo la percepción negativa que tienen los peruanos de la izquierda y derecha, para que los políticos tomen nota y hagan su plan de mejora.

La percepción de un típico izquierdista peruano es la de un tipo desaliñado, zarrapastroso, generalmente despeinado, quejoso, medio revoltoso, que vive en zonas pobres, alguien con quien uno no quisiera encontrase en una reunión social de algún club exclusivo, veraniego y limeño.

Asimismo, existe la percepción que un discurso izquierdista  debe ser rabioso, incendiario, casi subversivo y que suele emplear palabras o frases como: revolución, lucha de clases, la democracia del pueblo, sindicatos, compañero, burgués,  el proletariado, redistribución de la riqueza, huelga, imperialismo yanqui, traidor, revisionista, guerra al neoliberalismo, neocolonialismo, no a la sumisión a la oligarquía y a las transnacionales, gobierno entreguista, gobierno corrupto y hambreador del pueblo, cúpulas dominantes, entre otras. 

También se asocia, erróneamente,  que los izquierdistas se forman masivamente en la UNMSM y en la PUCP. Hay varios de ellos  que en su juventud universitaria eran izquierdistas con convicción, pero ahora son unos convencidos derechistas ultraconservadores. Billete no solo mata galán, sino también las convicciones políticas juveniles de las personas.    

Casi nunca, excepto los menos radicales izquierdistas, son entrevistados en radios, periódicos y televisoras, ninguno conduce  un programa en esos medios que se vanaglorian de ser plurales.  Casi todos los medios de comunicación son de derecha. Salvo el ya extinto diario  Marka que era de izquierda, no hay revistas o diarios y ninguna televisora tiene esa tendencia política.   

Es curioso que en el Perú no existan muchos intelectuales renombrados y prestigiosos de izquierda o simpatizantes, tan solo José Carlos Mariátegui que casi siempre aparece en los documentos y manifiestos de izquierda.

Por  otro lado están los derechistas. Son percibidos como gente rica o al menos acomodada, que obviamente vive en zonas residenciales, visten pulcramente con saco y corbata, amigos de banqueros y ricos empresarios, se movilizan en carros brillantes y nuevos, comen en restaurantes gourmet, imposible encontrarlos en alguna pollada de barrios marginales tampoco defendiendo a una comunidad campesina, tienen gran habilidad para hablar generalidades sin decir nada concreto (unos rabiosamente y otros calmadamente),   y con gran frecuencia son entrevistados hasta el hartazgo en radios, periódicos y televisoras cuidándose mucho de nunca decir: Sí, soy derechista y qué .

Mencionan siempre, los derechistas, que la economía es lo primero. Son adictos a las frases o palabras como: privatización, globalización, liberalismo, empresa, dinero, el capital y la libre empresa,  incentivo a las inversiones, capitales extranjeros, impulsar el libre mercado, mantener el rumbo económico.  Palabras que odian: nacionalización, socialización, cambio social, inclusión social, igualdad social, etcétera.      

Algunos derechistas con autobombos se hacen llamar “defensores del libre mercado” y “respetuosos de los poderes del estado”, solo hasta que te metes con ellos o con sus intereses económicos, entonces ya se acaba lo de defensor de libre mercado o de respetuoso y el tipo se olvida de esas frases; te mete a la policía, al poder judicial  y usa todas sus influencias políticas para perjudicarte.

Hay otro grupo numeroso de derechistas que se hace llamar “demócratas a carta cabal” sólo hasta que entra un gobierno autoritario, dictatorial o militar y se alían con él. Tras lo cual lo de demócrata era solo un sueño, una ilusión, ya que según sus testimonios “con esta gente ignorante no se puede gobernar con democracia, de ningún modo, son unos imberbes que no entienden lo que es bueno para ellos”. “No señores, se necesita mano dura, un gobierno fuerte, reglas claras, poner orden.” Estos mismos derechistas, luego del saqueo y término de la cleptocracia, se vuelven a reconvertir en defensores y respetuosos de la democracia, aparecen en los medios de comunicación compungidos admitiendo que habían sido engañados y seducidos vilmente, pero reiterando hasta el cansancio que ellos no sabían nada y que participaron en ese gobierno sólo para dar lo mejor de ellos para el país. Como dirían en España: ¡No te jode!    

También están los defensores a ultranza de la inversión privada. Estos  usan todas sus influencias o más bien son influidos por sus financistas a defender la inversión privada aunque esta sea a costa de la depredación irracional de los recursos naturales, el aislamiento vergonzoso  o la desaparición de comunidades indígenas andinas o selváticas. Tildan a sus opositores de: azuzadores políticos, izquierdistas caviares, gente inculta que está contra el progreso, imberbes anti modernización del estado peruano o pobladores ignorantes que atentan gravemente a la economía de nuestro país. Pero cuando se les dice que el tren eléctrico, el metropolitano o una vía grande pasará por su vivienda limeña, exaltados declaman que de ningún modo, no van a perturbar mi paz, no voy a poder mirar los arbolitos del parque, me están tapando la visión al mar, es una contaminación visual, esa obra monstruosa  es un atentado  al buen vivir.

Casi me olvido de los adalides de la privatización. Para ellos el estado y su actividad  debe reducirse al mínimo posible, todo debe privatizarse: cárceles, colegios, centros de salud, servicios públicos (SEDAPAL está en la mira), las carreteras,  el agua, el aire, las tierras, los animales, en fin hasta el cielo y el infierno. Claro como el estado todo lo hace mal, es ineficiente y es un elefante blanco, debe ser cierto, como tan cierto es que ninguna empresa privada es mala, ninguna ha ido a la quiebra, todas respetan a sus clientes y a sus trabajadores. ¡Ah, sí cómo no! Cuando comprenderán que el hecho de ser pública o privada de por si no la hace mala ni buena, dependerá de quién, cómo se administre y de los intereses que persigue. 

En general,  los peruanos no saben muy bien lo que es un gobierno de derecha o de izquierda. Lo pueden intuir o avizorar, pero solo basados en los estereotipos.  Para enredar las cosas existen varias izquierdas y derechas. De la primera hay varias que las personas no saben distinguir una de otra, para ellas, de un modo u otro, todos son iguales: comunistas, socialistas, socialdemócratas, eurocomunistas, leninistas,  trotskistas, maoístas, estalinistas, izquierdas caviares, entre otros.  En el Perú, aparte de la derecha bruta y achorada (genial frase acuñada por el periodista Juan Carlos Tafur para referirse a ciertos empresarios, políticos, periodistas, entre otros, que no son muy éticos que digamos) tenemos: la derecha tradicional, centro derecha, derecha caviar, derecha popular, derecha criolla, derecha ultraconservadora, entre otras. ¿Lo de derecha caviar habrá sido ideado por algún izquierdista ofendido? la verdad no lo sé. 

Existe cierto estigma social decir abiertamente soy de derecha o soy de izquierda, el político muchas veces se define con matices de una u otra opción, hay que poner atención y afinar el oído. Esta clase se políticos, avergonzados de sus convicciones, solapan sus tendencias políticas  bajo frases como: libre mercado (derechista) o igualdad social (izquierdista), entre otras.  Por ello,  un grupo importante de políticos  se autodenominan “independientes” o peor aún apolíticos. Se venden como independientes, los entrevistas como independientes y dejan de serlo cuando le  ponen un cargo o dinero al frente. Allí ya son dependientes de su ego o del dinero. No digo que todos los hagan, pero de que los hay, los hay.

Hay políticos que se autodenominan de izquierda para conseguir votos, pero en la práctica cuando llegan al poder, se convierten en derechistas radicales.  En ciertos sectores ricos,  hay también los autodesignados representantes de la derecha peruana, sin embargo en la práctica son unos pillos oportunistas.  Existe una  crisis ideológica muy grave en nuestros políticos, en muchos la llamada “ideología del dinero”  o la frase “por Dios y por la plata” es la única que guía sus pasos por el Congreso o por los ministerios.  

En realidad, tanto en la izquierda como en la derecha hay extremistas y centristas. Hay bueno y malos. Gente honrada y pillos.  Según sea la coyuntura la gente apoyará pendularmente a unos o a otros. Un ejemplo son los diferentes alcaldes que han pasado por Lima. Ahora están de moda los pragmáticos, los técnicos, no los políticos, olvidándose del hecho irrefutable que en realidad cuando se gobierna, ya de hecho, se está haciendo política.

En el Perú resulta curioso que casi siempre gobierna la derecha sin haber ganado las elecciones, en los gobiernos militares y  bajo la sombra de partidos políticos autodenominados populistas, civilistas o nacionalistas, aunque en esencia no sean lo uno ni lo otro. A no ser que exista otra opción política, sería conveniente cierto consenso político entre los derechistas e izquierdistas. 
  
Al peruano común y corriente no le interesa mucho conocer la ideología ni la doctrina política. En las elecciones casi  no lee críticamente los programas de gobierno. No le importa mucho que su candidato preferido sea en realidad un político de izquierda o derecha, a menos que sea un extremista, del cual huye y rechaza. Puede elegir sin mayores miramientos a un político de izquierda o de derecha, pero encubierto por cierto populismo o nacionalismo ideológico (aunque en la práctica esa ideología sea falsa), mientras el accionar de éstos políticos en el poder sea hacer obras grandes y pequeñas para mejorar la calidad de vida, la economía y le permita ser libre, votar en las elecciones, seguir con sus creencias religiosas, trabajar tranquilo, movilizarse donde quiera, tener derecho al piteo o pataleo (libertad de opinión), hacer empresa, progresar, educarse y divertirse donde les plazca.

En fin, en la actualidad definir a un político de izquierda o de derecha es complicado, no sólo porque nunca lo dice abiertamente, sino también porque, en general no tiene una doctrina  o una ideología política clara y cuando gobierna parece, en muchas de sus acciones, que ha tomado prestada las ideas de su opositor político.

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