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miércoles, 31 de octubre de 2007

El post grado: Maestria

Cuando uno termina la universidad tiene, entre otras, dos principales opciones: trabajar o seguir estudiando. A fines de los años 80 no habían los diplomados, sólo la maestría en química. Cuando uno quiere especializarse profesionalmente uno debe escoger los diplomados. Pero si uno quiere ser un investigador, en la empresa o en la universidad, lo adecuado es seguir la maestria o el doctorado.

Después de terminar mis estudios en 1987, deseaba seguir una maestría. En ese tiempo había maestría en San Marcos y en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Decidí no seguir la maestria en San Marcos debido a que conocía los temas que se trataban y también a los profesores, en cambio desconocía a los profesores de la Católica, aunque no a uno: el profesor Richard Korswagen. A él lo había conocido cuando presentó un trabajo de investigación en un Congreso Peruano de Química, yo en ese tiempo era alumno. Recuerdo mucho una conferencia que él dio sobre enlaces múltiples metal metal. Su conferencia me impactó mucho, ya que explicó, en una forma sumamente didáctica y elegante, conceptos químicos no tan fáciles de enseñar. Posteriormente, cuando fue su alumno aprendí mucho de él, no sólo como docente sino como persona íntegra y decente. Obviamente, cuando ingresé a la maestría en la Católica el fue mi asesor de tesis.

La Católica es muy diferente a San Marcos. El ambiente de estudio de la PUCP es mejor que el de UNMSM. Los trámites son más rápidos, las clases se inician una fecha y terminan en otra, no hay sorpresas, huelgas, cierres ni prórrogas. San Marcos tiene la ventaja que te da una visión social y política único, no por los cursos, sino por el ambiente que hay en esa universidad.
Me impactó mucho que en la PUCP, los profesores pronunciaran bien mi nombre: ¿cómo está usted señor Cheroni? me decían. Es que mi apellido es italiano y la "ce" se pronuncia che. Desde el colegio había perdido la batalla por explicar a los profesores y compañeros cómo se pronunciaba mi nombre. Por fin, llegué a un lugar donde si pronunciaban bien mi apellido y eso era importante para mí.

Recuerdo mucho a mis compañeros y compañeras de la maestría. Todos (bueno hay excepciones) eran profesionales que deseaban progresar, y muchos los lograron. Ahora muchos de ellos son doctores en química y excelentes profesionales. Recuerdo a Haydee Chávez, Nora Herrera, Marlon García y a los que figuran en la foto de arriba. Allí no está Isabel, que junto con Alburquerque, eran las únicas alumnas de la PUCP que en ese tiempo estudiaban la Maestría. Isabel era una persona increíblemente trabajadora. Se dedicada a la enseñanza particular y era una profesora muy bien cotizada. Ella ganó una beca para estudiar el doctorado en España y me ayudó mucho para que pudiese ir a España. En España manteníamos correspondencia vía e mail e intercambiamos experiencias muy personales que me ayudaron mucho. Luego, abruptamente, ya no me respondía los correos electrónicos. Años después, cuando ya había regresado al Perú, me dijeron que ella había muerto de cáncer. Sentí una pena enorme y una culpa por no haberla ido a visitar a Valencia, donde ella vivía con su esposo español.


Al igual que los estudios de pre grado, ingresar a la maestría es relativamente fácil, lo difícil es terminar y, más difícil aún, es sustentar la tesis. En el Perú es difícil estudiar la maestría, debido a que uno tiene que trabajar para mantenerse y pagar lo estudios y, con el tiempo sobrante, estudiar o hacer la tesis. El estado u otro organismo no subvenciona a los alumnos de maestría o doctorado, como sí sucede en otros países. En el Perú uno debe hacer sacrificios para poder perfeccionarse, ante la indiferencia del estado.

Los estudios de maestría los realicé de 1989 a 1990. Transcurrieron 5 años más, en 1995 recién pude terminar mi tesis y sustentarla en el mes de setiembre. Siempre recuerdo con cariño mi maestría en la PUCP, los profesores, mis compañeros, el ambiente de paz y de orden, la biblioteca y a los empleados siempre dispuestos a ayudar. Años después fui profesor, durante un tiempo, en esta prestigiosa universidad.