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martes, 25 de diciembre de 2012

En política peruana ¿qué es derecha y qué es izquierda?


Hace un tiempo mi sobrinita me preguntó qué es izquierda y qué es derecha en términos políticos. La verdad es que dudé en responder ya que la respuesta depende de qué país hablamos. Por ejemplo, un izquierdista europeo es diferente a uno peruano, casi no se parecen. La izquierda y la derecha en Europa tienen varios intelectuales que abiertamente las defienden en diarios. En el Perú los intelectuales se cuidan de decir abiertamente su posición política.  

Los conceptos, para la gente de a pie, de izquierda y derecha son diferentes en el Perú, USA y países de  Europa, Asia y África. Por ejemplo, en el Perú se espera que tanto un gobierno de derecha o de izquierda mantenga un sistema de salud estatal para todos, pero en USA hay muchos ciudadanos que verían con espanto que sea el estado el que se encargue de ese asunto, ya que lo asocian a un gobierno de izquierda.  También las izquierdas de China y Cuba tienen diferente manejo político e increíblemente difieren mucho en términos económicos.

Lo que expreso en esta entrada no es la definición exacta de derecha o izquierda, menos hago un análisis histórico o sociológico. Es más que nada la percepción del peruano común y corriente. Como se verá los estereotipos son la norma. A continuación pongo la percepción negativa que tienen los peruanos de la izquierda y derecha, para que los políticos tomen nota y hagan su plan de mejora.

La percepción de un típico izquierdista peruano es la de un tipo desaliñado, zarrapastroso, generalmente despeinado, quejoso, medio revoltoso, que vive en zonas pobres, alguien con quien uno no quisiera encontrase en una reunión social de algún club exclusivo, veraniego y limeño.

Asimismo, existe la percepción que un discurso izquierdista  debe ser rabioso, incendiario, casi subversivo y que suele emplear palabras o frases como: revolución, lucha de clases, la democracia del pueblo, sindicatos, compañero, burgués,  el proletariado, redistribución de la riqueza, huelga, imperialismo yanqui, traidor, revisionista, guerra al neoliberalismo, neocolonialismo, no a la sumisión a la oligarquía y a las transnacionales, gobierno entreguista, gobierno corrupto y hambreador del pueblo, cúpulas dominantes, entre otras. 

También se asocia, erróneamente,  que los izquierdistas se forman masivamente en la UNMSM y en la PUCP. Hay varios de ellos  que en su juventud universitaria eran izquierdistas con convicción, pero ahora son unos convencidos derechistas ultraconservadores. Billete no solo mata galán, sino también las convicciones políticas juveniles de las personas.    

Casi nunca, excepto los menos radicales izquierdistas, son entrevistados en radios, periódicos y televisoras, ninguno conduce  un programa en esos medios que se vanaglorian de ser plurales.  Casi todos los medios de comunicación son de derecha. Salvo el ya extinto diario  Marka que era de izquierda, no hay revistas o diarios y ninguna televisora tiene esa tendencia política.   

Es curioso que en el Perú no existan muchos intelectuales renombrados y prestigiosos de izquierda o simpatizantes, tan solo José Carlos Mariátegui que casi siempre aparece en los documentos y manifiestos de izquierda.

Por  otro lado están los derechistas. Son percibidos como gente rica o al menos acomodada, que obviamente vive en zonas residenciales, visten pulcramente con saco y corbata, amigos de banqueros y ricos empresarios, se movilizan en carros brillantes y nuevos, comen en restaurantes gourmet, imposible encontrarlos en alguna pollada de barrios marginales tampoco defendiendo a una comunidad campesina, tienen gran habilidad para hablar generalidades sin decir nada concreto (unos rabiosamente y otros calmadamente),   y con gran frecuencia son entrevistados hasta el hartazgo en radios, periódicos y televisoras cuidándose mucho de nunca decir: Sí, soy derechista y qué .

Mencionan siempre, los derechistas, que la economía es lo primero. Son adictos a las frases o palabras como: privatización, globalización, liberalismo, empresa, dinero, el capital y la libre empresa,  incentivo a las inversiones, capitales extranjeros, impulsar el libre mercado, mantener el rumbo económico.  Palabras que odian: nacionalización, socialización, cambio social, inclusión social, igualdad social, etcétera.      

Algunos derechistas con autobombos se hacen llamar “defensores del libre mercado” y “respetuosos de los poderes del estado”, solo hasta que te metes con ellos o con sus intereses económicos, entonces ya se acaba lo de defensor de libre mercado o de respetuoso y el tipo se olvida de esas frases; te mete a la policía, al poder judicial  y usa todas sus influencias políticas para perjudicarte.

Hay otro grupo numeroso de derechistas que se hace llamar “demócratas a carta cabal” sólo hasta que entra un gobierno autoritario, dictatorial o militar y se alían con él. Tras lo cual lo de demócrata era solo un sueño, una ilusión, ya que según sus testimonios “con esta gente ignorante no se puede gobernar con democracia, de ningún modo, son unos imberbes que no entienden lo que es bueno para ellos”. “No señores, se necesita mano dura, un gobierno fuerte, reglas claras, poner orden.” Estos mismos derechistas, luego del saqueo y término de la cleptocracia, se vuelven a reconvertir en defensores y respetuosos de la democracia, aparecen en los medios de comunicación compungidos admitiendo que habían sido engañados y seducidos vilmente, pero reiterando hasta el cansancio que ellos no sabían nada y que participaron en ese gobierno sólo para dar lo mejor de ellos para el país. Como dirían en España: ¡No te jode!    

También están los defensores a ultranza de la inversión privada. Estos  usan todas sus influencias o más bien son influidos por sus financistas a defender la inversión privada aunque esta sea a costa de la depredación irracional de los recursos naturales, el aislamiento vergonzoso  o la desaparición de comunidades indígenas andinas o selváticas. Tildan a sus opositores de: azuzadores políticos, izquierdistas caviares, gente inculta que está contra el progreso, imberbes anti modernización del estado peruano o pobladores ignorantes que atentan gravemente a la economía de nuestro país. Pero cuando se les dice que el tren eléctrico, el metropolitano o una vía grande pasará por su vivienda limeña, exaltados declaman que de ningún modo, no van a perturbar mi paz, no voy a poder mirar los arbolitos del parque, me están tapando la visión al mar, es una contaminación visual, esa obra monstruosa  es un atentado  al buen vivir.

Casi me olvido de los adalides de la privatización. Para ellos el estado y su actividad  debe reducirse al mínimo posible, todo debe privatizarse: cárceles, colegios, centros de salud, servicios públicos (SEDAPAL está en la mira), las carreteras,  el agua, el aire, las tierras, los animales, en fin hasta el cielo y el infierno. Claro como el estado todo lo hace mal, es ineficiente y es un elefante blanco, debe ser cierto, como tan cierto es que ninguna empresa privada es mala, ninguna ha ido a la quiebra, todas respetan a sus clientes y a sus trabajadores. ¡Ah, sí cómo no! Cuando comprenderán que el hecho de ser pública o privada de por si no la hace mala ni buena, dependerá de quién, cómo se administre y de los intereses que persigue. 

En general,  los peruanos no saben muy bien lo que es un gobierno de derecha o de izquierda. Lo pueden intuir o avizorar, pero solo basados en los estereotipos.  Para enredar las cosas existen varias izquierdas y derechas. De la primera hay varias que las personas no saben distinguir una de otra, para ellas, de un modo u otro, todos son iguales: comunistas, socialistas, socialdemócratas, eurocomunistas, leninistas,  trotskistas, maoístas, estalinistas, izquierdas caviares, entre otros.  En el Perú, aparte de la derecha bruta y achorada (genial frase acuñada por el periodista Juan Carlos Tafur para referirse a ciertos empresarios, políticos, periodistas, entre otros, que no son muy éticos que digamos) tenemos: la derecha tradicional, centro derecha, derecha caviar, derecha popular, derecha criolla, derecha ultraconservadora, entre otras. ¿Lo de derecha caviar habrá sido ideado por algún izquierdista ofendido? la verdad no lo sé. 

Existe cierto estigma social decir abiertamente soy de derecha o soy de izquierda, el político muchas veces se define con matices de una u otra opción, hay que poner atención y afinar el oído. Esta clase se políticos, avergonzados de sus convicciones, solapan sus tendencias políticas  bajo frases como: libre mercado (derechista) o igualdad social (izquierdista), entre otras.  Por ello,  un grupo importante de políticos  se autodenominan “independientes” o peor aún apolíticos. Se venden como independientes, los entrevistas como independientes y dejan de serlo cuando le  ponen un cargo o dinero al frente. Allí ya son dependientes de su ego o del dinero. No digo que todos los hagan, pero de que los hay, los hay.

Hay políticos que se autodenominan de izquierda para conseguir votos, pero en la práctica cuando llegan al poder, se convierten en derechistas radicales.  En ciertos sectores ricos,  hay también los autodesignados representantes de la derecha peruana, sin embargo en la práctica son unos pillos oportunistas.  Existe una  crisis ideológica muy grave en nuestros políticos, en muchos la llamada “ideología del dinero”  o la frase “por Dios y por la plata” es la única que guía sus pasos por el Congreso o por los ministerios.  

En realidad, tanto en la izquierda como en la derecha hay extremistas y centristas. Hay bueno y malos. Gente honrada y pillos.  Según sea la coyuntura la gente apoyará pendularmente a unos o a otros. Un ejemplo son los diferentes alcaldes que han pasado por Lima. Ahora están de moda los pragmáticos, los técnicos, no los políticos, olvidándose del hecho irrefutable que en realidad cuando se gobierna, ya de hecho, se está haciendo política.

En el Perú resulta curioso que casi siempre gobierna la derecha sin haber ganado las elecciones, en los gobiernos militares y  bajo la sombra de partidos políticos autodenominados populistas, civilistas o nacionalistas, aunque en esencia no sean lo uno ni lo otro. A no ser que exista otra opción política, sería conveniente cierto consenso político entre los derechistas e izquierdistas. 
  
Al peruano común y corriente no le interesa mucho conocer la ideología ni la doctrina política. En las elecciones casi  no lee críticamente los programas de gobierno. No le importa mucho que su candidato preferido sea en realidad un político de izquierda o derecha, a menos que sea un extremista, del cual huye y rechaza. Puede elegir sin mayores miramientos a un político de izquierda o de derecha, pero encubierto por cierto populismo o nacionalismo ideológico (aunque en la práctica esa ideología sea falsa), mientras el accionar de éstos políticos en el poder sea hacer obras grandes y pequeñas para mejorar la calidad de vida, la economía y le permita ser libre, votar en las elecciones, seguir con sus creencias religiosas, trabajar tranquilo, movilizarse donde quiera, tener derecho al piteo o pataleo (libertad de opinión), hacer empresa, progresar, educarse y divertirse donde les plazca.

En fin, en la actualidad definir a un político de izquierda o de derecha es complicado, no sólo porque nunca lo dice abiertamente, sino también porque, en general no tiene una doctrina  o una ideología política clara y cuando gobierna parece, en muchas de sus acciones, que ha tomado prestada las ideas de su opositor político.

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