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viernes, 23 de septiembre de 2011

ALIMENTOS CONTAMINADOS CON PLAGUICIDAS: CASOS FRECUENTES EN EL PERÚ




Hace pocos días varios diarios informaron sobre otro caso de contaminación de alimentos  en el caserío Redondo, distrito de Cachachi de Cajabamba. Probablemente  la persona que preparó los alimentos del Programa Nacional de Asistencia Alimentaria (Pronaa) los contaminó con un pesticida organofosforado de uso prohibido, que podría ser paratión, encontrado en la cocina de la institución educativa 82311, según reportes de los diarios.   

El resultado de  la acción relatada es que murieron tres niños y hay cerca de 80 personas intoxicadas que presentan cuadros de vómitos, fuertes cólicos y deshidratación severa, las cuales fueron atendidas en el hospital y centros de salud del  Ministerio de Salud y de la Seguridad Social.

Pero estas noticias no son inusuales en el Perú. Un caso similar se produjo en 1999 en Tauccamarca, en la región Cusco, donde 24 niños murieron tras ingerir leche contaminada con paratión, un plaguicida organosfosforado prohibido  por ser dañino a la salud y al ambiente. Una persona para matar unos perros mezcló leche con ese plaguicida, pero dejó esa mezcla por un tiempo y otra persona creyendo que era un alimento, se los dio a los niños.

Los plaguicidas organosfosforados inhiben la enzima colinesterasa, se incrementa la acetilcolina y se acumula, lo que lleva a un flujo descontrolado en las transmisiones nerviosas causando trastornos graves al sistema nervioso. Entre los medicamentos utilizados en caso de estas intoxicaciones podemos mencionar a la atropina,  glicopirrolato, pralidoxima, entre otros.  

Lamentablemente, en nuestro país la gente no sabe manipular sustancias peligrosas y le echan la culpa de su imprudencia, que raya en lo delictivo, a los alimentos. He visto que muchos agricultores tiran los recipientes de plaguicidas al río, después de haberlos usado. Otros guardan en el mismo lugar los pesticidas con los alimentos y usan estos envases para guardar alimentos ¡peligrosísimo! Esto sumado a que, a pesar de haberse prohibido muchos plaguicidas, esos se siguen comercializando de manera ilegal, porque la gente de manera irresponsable los compra.

Nuestro Congreso, en el circo mediático cotidiano,  cita a altos funcionarios que poco o nada tienen que ver directamente con ese asunto, en vez de solucionar, legislando (que es su función) para evitar que esos casos se repitan.    

Lo que hay que hacer es educar a la gente que prepara alimentos y usa plaguicidas.  Tanto los productores de  plaguicidas como los municipios, vía las organizaciones civiles organizadas, deben organizar cursos para el uso correcto y manipulación segura de sustancias peligrosas como son los pesticidas, plaguicidas, ácidos, bases. Puede haber, dentro de un curso en los colegios donde se manipulan plaguicidas, unos capítulos relacionados a la correcta manipulación de esos productos.

También hay que perseguir y llevar a la cárcel a los inescrupulosos comerciantes que venden plaguicidas prohibidos.

Asimismo, sería conveniente que si una persona compró un plaguicida en una tienda, pues luego se usarlo, devuelva el envase en la misma tienda donde lo compró. Posteriormente, la empresa comercializadora lo enviaría a una empresa prestadora de servicios de residuos sólidos (EPS-RS) que realizaría el tratamiento y disposición final más adecuada.

Finalmente, se percibe que en nuestro país no existe un sistema de seguridad alimentaria que permitiría no solo monitorear permanentemente la calidad de los alimentos, su traslado y manipulación segura, sino también un equipo de personas que investigue eficientemente los casos antes mencionados. No puede ser posible que se señalen culpables políticos o no, sin antes haber investigado lo que ha sucedido. Vamos, dejemos que los expertos tomen muestras, las analicen, siguiendo el protocolo de las investigaciones y luego tras su informe científico respectivo, se dé con la causa y con los culpables. Aquí lo que se ha hecho es culpar a unas personas, solo por presión mediática, sin ninguna prueba, ni menos un informe de los expertos.