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miércoles, 13 de febrero de 2008

El ninguneo: otra tara social en el Perú

Alguna vez les ha pasado en la combi que, cuando uno le habla al cobrador, éste no sólo no les contesta, sino que también los ignora.

Uno entra a un local comercial y busca desesperadamente al personal que atiende y éste está, por ejemplo; apilando unas botellas. El fulano se da cuenta que uno ha ingresado, pero, como si con él no fuera la cosa, se hace el desentendido. Termina de apilar las botellas, entra a otro cuarto, sin decir palabra alguna. Se toma “todo el tiempo que le ofrece la vida” y uno, allí, sigue desconcertado esperando al fulano.

Usted entra a una oficina esperando ser atendido, no hay alguien, usted se alegra, así no tendrá que esperar, pero nota que la secretaria está ¡oh desgracia! hablando por teléfono. Un frío sudor escarapela su cuerpo, como presintiendo lo que le espera. La fulana, por supuesto, “no se digna voltear” para ver quien ha entrado, ni mucho menos saludarlo. Ella fija su mirada casi 90 o 180 grados a su cara, sigue su charla telefónica con la “amiguita”, se ríe descaradamente, habla larga y desaforadamente. Después de un tiempo, que se puede medir en fracción de hora, la fulana voltea y espeta con descaro: ¿ y tu que quieres?

Hay una palabra para definir esto hechos: ningunear. De acuerdo con el diccionario de la lengua española quiere decir; no hacer caso de alguien, no tomarlo en consideración o menospreciar a una persona. Pero el ninguneo no ocurría en Lima, hace años atrás. No me he dado cuenta cuando ingresó a formar parte de nuestra incultura peruana, pero si recuerdo que la época de los 90 los cobradores se hacían los desentendidos cuando no querían parar y uno les reclamaba. Pero en estos días, terrible y lamentablemente, es algo ya común.

Pero, ¿por qué ocurre esto? Un sociólogo podría explicarlo mejor que yo. Pero puedo decir el sentimiento que tengo cada vez que me ningunean. Primero, siento una molestia y luego indignación, ya que después de millones de años de evolución un ser humano no reconoce a otro ser humano. Algo debe estar pasando en el ADN de esas personas o se está denigrando la raza humana o es que una nueva tara social nos está afectando a los peruanos. Después de la indignación viene un descorazonamiento y luego una angustia por el tiempo perdido y por saber cuando me atenderá el susodicho.

¿Qué puede hacer uno al respecto? Pues, inmediatamente, dar un “reverendo sermón” para desasnar al ninguneador, quejarse al jefe, indignarse y hacer saber al fulano que ha obrado mal y, por supuesto, recomendar leer este blog. Han notado que el ninguneador lo he llamado constantemente fulano, que es una forma de ningunearlo, una pequeña y no tan solapa forma de venganza. Pero si uno racionaliza este hecho y le hace saber al ninguneador su molestia y lo sermonea, uno siente un alivio pacificador.