Nuestro país adolece de varias cosas, una de ellas es que no
sabemos debatir. Nuestro sistema educativo escolar y universitario no toma en
cuenta el debate ni la discusión razonada de ideas, las cuales son importantes
e imprescindibles en la formación tanto de ciudadanos como de profesionales.
En estos días, con el tema de la revocatoria se nota mucho
esa deficiencia. Los políticos en vez de ser los referentes en la discusión de
los temas importante de la alcaldía limeña se dedican a insultar, denigrar,
lanzan discursos cargados de promesas que saben no van a cumplir y no sustentan
sus posiciones con argumentos serios.
Hace unas semanas algunos políticos se quejaban amargamente y
expresaban compungidos que le debate había caído de nivel. Pero yo me pregunto
¿cuál debate? si nunca se hizo debate alguno.
Según la Real Academia Española:
debate.
(De debatir).
Tomando en cuenta la primera acepción, controversia es la discusión de opiniones contrapuestas entre dos o más
personas.
En
lo que sí somos buenos los limeños es en el raje; es decir, hablar
mal de alguien, desacreditarlo. Eso se nota
ya que si alguien osa decir que votará por el Si, le cae una serie de
improperios como defensor de corruptos y de miserables. Si expresas que votarás
por el No, pues no falta alguien que te diga que eres defensor de los ineptos,
que eres un rojo o caviar, que estas con la izquierda incapaz y desfasada de la
historia. Si dices que votarás en blanco, ah, entonces te acusarán que apañas a
los corruptos y a los ineptos. Pues, digas lo que digas siempre te acusarán de
algo.
Hay
gente honrada y bien intencionada que votará por la revocatoria, otros en
contra, algunos que no saben o están
hartos de la cantaleta de ambos opciones votarán viciado o en blanco. Nadie
tiene el derecho de estigmatizarlos, ni menos se señalarlos como los malos de
la película. En realidad los culpables son los políticos que dan leyes absurdas,
que no trabajan honradamente, los que solo saben complotar, poner cabe a otros,
que se ponen a trabajar solo cuando los presionan.
Esta
campaña de la revocatoria es un claro ejemplo de la clase política peruana
venida a menos que tenemos. Políticos que años atrás eran promotores de la
revocatoria, ahora son sus detractores. Políticos que nunca resolvieron
problemas importantes de Lima, ahora dicen saber cómo Lima puede mejorar, pero
no entran en detalles. Políticos con pasado oscuro ahora se hacen los santos y salvadores de
Lima. Políticos que nunca se rodean de asesores competentes, inteligentes,
preparados y serios, ahora salen a decir
que los otros son unos ineptos y les recomiendan trabajar con gente competente cuando ellos mismos no lo hacen.
Políticos que dicen que ahora si vamos a trabajar con tal de salir de apuro, solo prometen y no
arreglan nada. Políticos que nunca te dicen quien los financia, dicen: “la
final daremos un reporte”, claro como el reporte de la última campaña presidencial
que debió presentar cierto partido político ante la ONPE y hasta ahora no lo
hace.
Si
algún periodista avispado hiciera una biografía de los políticos que apoyan el
Si y al No, se darían cuenta de las contradicciones de sus declaraciones y comportamientos
actuales con las pasadas. Si ahora son defensores de la mujer, pues antes no
dijeron nada cuando cierto presidente negaba a su hija. Si ahora azuzan a votar
por el Si, pues antes cuando gobernaban corruptos no decían nada, calladitos
estaban. Si ahora se rasgan las vestiduras por la continuidad de una gestión,
pues años atrás confabulaban para dar golpes de estado o sacar a como de lugar
a ciertos ministros. ¿Es que no tenemos memoria?
Las
declaraciones que dan algunos representantes de ambas posiciones son disparatas
y alucinantes. Cada vez que abren la boca, dicen cada barrabasada que es
titular inmediato. Las redacciones de los diarios limeños tan solo tienen que
esperar a que hable uno de ellos y ya tienen el titular del día. La vez pasada
uno de estos dijo “dejemos los adjetivos”, ¿pero cómo? si los adjetivos son
parte de una oración. Seguro el susodicho había querido decir: “dejemos de insultar”.
¿Y eso porque sucede? No tenemos una clase política bien
preparada. No sabemos elegir. También resulta que los ciudadanos no sabemos argumentar nuestras opciones. Pero
no culpemos a la gente, la culpa es que el sistema educativo peruano prioriza
aspectos memorísticos de muy corta duración, ni siquiera la de larga duración
¿será por eso que votamos siempre por los mismos que antes nos engañaron?
Los debates casi siempre han estado ausentes en nuestra
agenda política. Una razón, ente varias, es que en realidad tenemos políticos mediocres.
Es que cuando un político debate debe hacer un buen uso del idioma, además de
proponer, refutar, plantear, discernir, reflexionar, allí muestra su capacidad intelectual y
agudeza mental. En el debate se ve si está bien preparado, si conoce el problema y se luce con sus
propuestas. Como los políticos con esas características no abundan en el Perú,
pues todos se corren al debate.
Los debates políticos han sido poco numerosos en el Perú,
pero han sido memorables. El primerdebate en el Perú fue entre monarquistas y republicanos realizado en la Sociedad
Patriótica donde participaron Bernardo de Monteagudo, José Ignacio Moreno
Santisteban, Hipólito Unanue, entre otros (partidarios de la monarquía) y
Mariano José de Arce, José Faustino Sánchez Carrión, entre otros (partidarios
de la república) .
El primer debate en nuestra TV fue en 1966 entre el Ing. Jorge Grieve Madge de
gran prestigio internacional y Luis
Bedoya Reyes justamente por la alcaldía de Lima. No lo vi, pero dicen que fue de
un buen nivel intelectual. El mismo
Bedoya protagoniza otro candente debate esta vez contra Héctor Cornejo Chávez
defensor de la dictadura militar.
Bueno y ¿qué se puede hacer? Pues es responsabilidad de los políticos
y de otros líderes de opinión hacer docencia y empezar a debatir, empezar a
declarar mejor ante los medios de comunicación y argumentar sus propuestas de manera
entendible sin insultos y nada de hablar mal de sus oponentes. Paralelamente,
el sistema educativo debe incluir el debate y la controversia para formar
mejores ciudadanos, donde el análisis y el razonamiento serán sus defensas
frente a políticos embaucadores.
En el futuro, fruto del cambio educativo, se verá con lástima
a los políticos que dicen frases huecas, que se dedican a denigrar y que evaden
el debate. La gente desconfiará ni les dará su voto a semejantes ridículos y
circenses politiqueros.
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