Hace unos días leí sorprendido el editorial de El Comercio titulado
“Tectanic. Es mala idea que el estado dirija la inversión en tecnología”
aparecido el miércoles 11 de abril de este año.
Yo creí que era un titulo irónico y que el texto del
editorial se iba a contradecir con titulo, pero no. No sé lo que pasa en ese diario limeño, pero este año algunos editoriales y contenidos de la sección opinión no han sido preparados con el rigor periodístico que se merecen y otros han sido desatinados.
El editorial señala: “Al contrario
de lo que supone el gobierno, para que
en el Perú se produzca más investigación no necesitamos más Estado”. Bueno la verdad es que hasta ahora el gobierno de Humala no ha mostrado ningún interés en la investigación
científica ni mucho menos establecido una política sobre ciencia y tecnología. Así
es que por el momento, los científicos peruanos pensamos que el gobierno actual
no supone, ni tiene idea ni planes sobre investigación científica, es un tema
que no aparece en su agenda.
Párrafos más adelante señala el editorial: “Lo que
inevitablemente sucederá es que el Estado invertirá a ciegas, sin información, arriesgándose
a colocar el dinero de todos en proyectos poco sensatos o, incluso, inútiles.
Salvo que, para apoyar a la ciencia, el gobierno esté dispuesto a consultar a
un adivino.” Me pregunto qué hubiese pasado
si en 1961 ante la propuesta del presidente
John F. Kennedy: “Creo que esta nación debe de
enfrentarse al reto, antes del final de esta década, de hacer que un hombre
aterrice en la luna y de traerlo a salvo de vuelta”, la prensa de ese país se hubiera
opuesto y expresado, acorde con la línea capitalista, que eso no compete al Estado,
sino más bien a la empresa privada que es la que más conoce el proceso
productivo y sabe como satisfacer mejor a sus consumidores. De hecho eso hubiera impedido que el Congreso de USA aprobase el presupuesto del programa de vuelos tripulados Apolo cuyo costo fue de 25 400 millones de dólares y de todo
lo que aportó a la humanidad esa inversión del Estado Americano.
Si bien es cierto que en los
países desarrollados más invierten las
empresas privadas que el Estado en lo que respecta a investigación científica y
tecnológica, este último nunca se inhibe
de participar. Cuando uno ingresa a los portales Web de los ministerios de esos
países hay varios links para postular a subvenciones que esos estados ofrecen a
los investigadores.
Pero no todo lo expresado en este editorial está equivocado. Por ejemplo:
“Pero
no es necesario especular tanto sobre lo que podría hacer mal el Estado con
mayores recursos y más burocracia. Basta ver lo mal que lo ha venido
haciendo hasta hoy. Las regiones, por ejemplo, reciben S/.1.100 millones para investigación
producto del canon. Buena parte de este presupuesto no se ejecuta y se añeja en
sus cuentas bancarias. Y es un evento casi milagroso que las universidades públicas
que reciben recursos para realizar investigación logren una patente exitosa. E,
incluso, existen ejemplos real-maravillosos de a que finalidades destinan estas
instituciones los recursos que si usan, como el de la Universidad Nacional
del Altiplano, que utilizo parte de ellos para financiar un restaurante de
pollo a la brasa.”
Es cierto que las regiones hacen,
en general, mal uso del dinero del canon en especial el destinado a
investigación. Pero eso se debe a que primero, no existe una cultura de
investigación e innovación no sólo en las regiones sino también en Lima.
Segundo, los funcionarios no saben qué es investigación o innovación ni su
importancia a la economía regional. Tercero, muy pocas personas saben gestionar
los fondos destinados a la ciencia y tecnología. Cuarto, no existen en las
regiones ni medianos o pequeños centros de investigación, tan solo
individualidades que contra viento y marea realizan una titánica labor de
investigación.
Muchas veces se cree que con poner
a un renombrado científico para que gestione los recursos destinados a investigación
ya el asunto se soluciona. Pero muchas veces eso no funciona, porque ese científico
ha sido preparado académicamente para investigar, no para gestionar o
administrar una institución que apoye a la ciencia. Por ello, se requiere no
sólo científicos o tecnólogos, sino también administradores en ciencia y
tecnología quienes ocupen cargos importantes, tanto en el gobierno nacional
como en los regionales. Por eso recomiendo que las universidades formen no solo
profesionales para administrar empresas, sino también en administrar
instituciones privadas o públicas para el desarrollo de la ciencia y
tecnología.
Hay otra parte del editorial con el que estoy de acuerdo: “El Estado
podría, por ejemplo, crear incentivos tributarios para aquellas compañías
que demuestren invertir en este tipo de proyectos. Podría también
reducir los costos administrativos y tributarios para las empresas extranjeras
de tecnología que decidan tener sus centros de investigación en el Perú.
O permitir que las empresas tengan la posibilidad de cambiar parte del pago de
sus impuestos por inversión en proyectos de investigación desarrollados, por
ejemplo, por universidades. Todos estos esquemas permiten que sean aquellos con
mejores incentivos e información los que escojan a donde destinar los recursos
para investigación.”
El crear incentivos tributarios
para que la empresa privada destine fondos para la investigación si creo que debe dar
buenos resultados, siempre y cuando existan científicos y universidades que
sepan trabajar al nivel de la empresa. Mucha veces la lentitud de los trámites
en las universidades y la falta de incentivo económico al investigador, eso
sumado a que muchos empresarios no comprenden que una investigación es
diferente a una producción hacen que el primer contacto empresa-universidad sea
desastroso y desalentador.
En empresario americano sabe que
al invertir, por ejemplo; un millón de dólares por cada uno de diez proyectos de
investigación, nueve de ellos seguro fracasarán, pero el éxito de tan solo uno
de los diez le reportará una ganancia con lo cual no sólo recuperará los 10
millones de dólares invertidos en esos 10 proyectos sino que tendrá dinero
suficiente para seguir invirtiendo en investigación. En el último CADE (2011 realizado en el Cusco)
el profesor Scott Stern del MIT Sloan School and NBER disertó el tema "The
Innovation Challenge for Perú: Lessons from MIT and Beyond” y al final de su discurso hizo un reto a los
empresarios peruanos que extrañamente ningún medio de comunicación mencionó.
Stern propuso que los empresarios peruanos financiaran proyectos pequeños
de innovación con presupuestos de 100
000 dólares que trabajasen en conjunto con investigadores de universidades y
que dentro de un año Stern volvería al Perú para ver los resultados. Que yo
sepa hasta ahora ninguna empresa ha tomado esa propuesta.
Es curioso que los científicos e
instituciones científicas peruanas no hayan salido a refutar semejante desatino
editorial de El Comercio. Tan sólo Modesto Montoya en ese mismo diario (el 28 de abril) y el Dr.
Roger Guerra-García, presidente de la Academia Nacional de Ciencias en una ceremonia de esa institución han
expresado su malestar públicamente. A
diferencia de lo que ocurre en el campo del arte o de las letras, donde seguro
a los pocos minutos ya la gente estaría protestando y ridiculizando un
editorial tan desatinado como este.
El banco HSBC publicó el estudio “El Mundo al
2050” donde coloca al Perú en el puesto 26 entre las 30 economías más grandes
del mundo que serían en ese año. Si pretendemos llegar a esa meta, necesitamos
desde ya una política estatal práctica y realista en ciencia y tecnología, mayor
cantidad y calidad de investigadores y centros de investigación, muchos administradores
en ciencia y tecnología, técnicos altamente especializados y una eficiente y
eficaz interacción empresa-estado-universidad-sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario