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domingo, 29 de abril de 2012

Es buena idea que tanto el estado peruano como la empresa privada dirijan la inversión en ciencia y tecnología



Hace unos días leí sorprendido el editorial de El Comercio titulado “Tectanic. Es mala idea que el estado dirija la inversión en tecnología” aparecido el miércoles 11 de abril de este año. 

Yo creí que era un titulo irónico y que el texto del editorial  se iba a contradecir con titulo, pero no. No sé lo que pasa en ese diario limeño, pero este año algunos editoriales y contenidos de la sección opinión no han sido preparados  con el rigor periodístico que se merecen y otros han sido desatinados. 
 

El editorial señala: “Al contrario de lo que supone  el gobierno, para que en el Perú se produzca más investigación no necesitamos más Estado”.  Bueno la verdad es que hasta ahora  el gobierno de Humala no  ha mostrado ningún interés en la investigación científica ni mucho menos establecido una política sobre ciencia y tecnología. Así es que por el momento, los científicos peruanos pensamos que el gobierno actual no supone, ni tiene idea ni planes sobre investigación científica, es un tema que no aparece en su agenda.

Párrafos más adelante señala el editorial: “Lo que inevitablemente sucederá es que el Estado invertirá a ciegas, sin información, arriesgándose a colocar el dinero de todos en proyectos poco sensatos o, incluso, inútiles. Salvo que, para apoyar a la ciencia, el gobierno esté dispuesto a consultar a un adivino.” Me pregunto qué hubiese pasado si en 1961 ante la  propuesta del presidente John F.  Kennedy: Creo que esta nación debe de enfrentarse al reto, antes del final de esta década, de hacer que un hombre aterrice en la luna y de traerlo a salvo de vuelta”,  la prensa de ese país se hubiera opuesto y expresado, acorde con la línea capitalista, que eso no compete al Estado, sino más bien a la empresa privada que es la que más conoce el proceso productivo y sabe como satisfacer mejor a sus consumidores. De hecho eso  hubiera impedido  que el Congreso de USA aprobase el presupuesto del programa de vuelos tripulados Apolo cuyo costo fue de 25 400 millones de dólares y de todo lo que aportó a la humanidad esa inversión del Estado Americano.   

Si bien es cierto que en los países desarrollados más invierten  las empresas privadas que el Estado en lo que respecta a investigación científica y tecnológica,  este último nunca se inhibe de participar. Cuando uno ingresa a los portales Web de los ministerios de esos países hay varios links para postular a subvenciones que esos estados ofrecen a los investigadores.

Pero no todo lo expresado en este editorial está equivocado. Por ejemplo: “Pero no es necesario especular tanto sobre lo que podría hacer mal el Estado con mayores recursos y más burocracia. Basta ver lo mal que lo ha venido haciendo hasta hoy. Las regiones, por ejemplo, reciben S/.1.100 millones para investigación producto del canon. Buena parte de este presupuesto no se ejecuta y se añeja en sus cuentas bancarias. Y es un evento casi milagroso que las universidades públicas que reciben recursos para realizar investigación logren una patente exitosa. E, incluso, existen ejemplos real-maravillosos de a que finalidades destinan estas instituciones los recursos que si usan, como el de la Universidad Nacional del Altiplano, que utilizo parte de ellos para financiar un restaurante de pollo a la brasa.”

Es cierto que las regiones hacen, en general, mal uso del dinero del canon en especial el destinado a investigación. Pero eso se debe a que primero, no existe una cultura de investigación e innovación no sólo en las regiones sino también en Lima. Segundo, los funcionarios no saben qué es investigación o innovación ni su importancia a la economía regional. Tercero, muy pocas personas saben gestionar los fondos destinados a la ciencia y tecnología. Cuarto, no existen en las regiones ni medianos o pequeños centros de investigación, tan solo individualidades que contra viento y marea realizan una titánica labor de investigación.

Muchas veces se cree que con poner a un renombrado científico para que gestione los recursos destinados a investigación ya el asunto se soluciona. Pero muchas veces eso no funciona, porque ese científico ha sido preparado académicamente para investigar, no para gestionar o administrar una institución que apoye a la ciencia. Por ello, se requiere no sólo científicos o tecnólogos, sino también administradores en ciencia y tecnología quienes ocupen cargos importantes, tanto en el gobierno nacional como en los regionales. Por eso recomiendo que las universidades formen no solo profesionales para administrar empresas, sino también en administrar instituciones privadas o públicas para el desarrollo de la ciencia y tecnología.

Hay otra parte del editorial con el que estoy de acuerdo: “El Estado podría, por ejemplo, crear incentivos tributarios para aquellas compañías que demuestren invertir en este tipo de proyectos. Podría también reducir los costos administrativos y tributarios para las empresas extranjeras de tecnología que decidan tener sus centros de investigación en el Perú. O permitir que las empresas tengan la posibilidad de cambiar parte del pago de sus impuestos por inversión en proyectos de investigación desarrollados, por ejemplo, por universidades. Todos estos esquemas permiten que sean aquellos con mejores incentivos e información los que escojan a donde destinar los recursos para investigación.”

El crear incentivos tributarios para que la empresa privada destine fondos  para la investigación si creo que debe dar buenos resultados, siempre y cuando existan científicos y universidades que sepan trabajar al nivel de la empresa. Mucha veces la lentitud de los trámites en las universidades y la falta de incentivo económico al investigador, eso sumado a que muchos empresarios no comprenden que una investigación es diferente a una producción hacen que el primer contacto empresa-universidad sea desastroso y desalentador.

En empresario americano sabe que al invertir, por ejemplo; un millón de dólares por cada uno de  diez proyectos de investigación, nueve de ellos seguro fracasarán, pero el éxito de tan solo uno de los diez le reportará una ganancia con lo cual no sólo recuperará los 10 millones de dólares invertidos en esos 10 proyectos sino que tendrá dinero suficiente para seguir invirtiendo en investigación.  En el último CADE (2011 realizado en el Cusco) el profesor Scott Stern del MIT Sloan School and NBER disertó el tema "The Innovation Challenge for Perú: Lessons from MIT and Beyond”  y al final de su discurso hizo un reto a los empresarios peruanos que extrañamente ningún medio de comunicación mencionó. Stern propuso que los empresarios peruanos financiaran proyectos pequeños de innovación  con presupuestos de 100 000 dólares que trabajasen en conjunto con investigadores de universidades y que dentro de un año Stern volvería al Perú para ver los resultados. Que yo sepa hasta ahora ninguna empresa ha tomado esa propuesta.    

Es curioso que los científicos e instituciones científicas peruanas no hayan salido a refutar semejante desatino editorial de El Comercio. Tan sólo Modesto Montoya en ese mismo diario (el 28 de abril) y el Dr. Roger Guerra-García, presidente de la Academia Nacional de Ciencias  en una ceremonia de esa institución han expresado su malestar públicamente.  A diferencia de lo que ocurre en el campo del arte o de las letras, donde seguro a los pocos minutos ya la gente estaría protestando y ridiculizando un editorial tan desatinado como este.   

El banco HSBC publicó el estudio “El Mundo al 2050” donde coloca al Perú en el puesto 26 entre las 30 economías más grandes del mundo que serían en ese año. Si pretendemos llegar a esa meta, necesitamos desde ya una política estatal práctica y realista en ciencia y tecnología, mayor cantidad y calidad de investigadores y centros de investigación, muchos administradores en ciencia y tecnología, técnicos altamente especializados y una eficiente y eficaz interacción empresa-estado-universidad-sociedad.          

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