Casi siempre
escucho en los medios de comunicación que los buenos científicos peruanos están
en el extranjero y sólo los malos y locos se quedan en el Perú. Bueno, que yo sepa no ha existido un estudio
serio donde se demuestre claramente esa hipótesis.
No trataré
en esta entrada de hacer un estudio profundo de la clase de científicos que hay
en el Perú, pero por mi experiencia y conocimiento de algunos de ellos puedo
hacer un ejercicio mental para sustentar que muchos son buenos y otros son
malos, pero ninguno es loco.
Conozco
casos de algunos peruanos que luego de obtener el grado de doctor regresaron al
Perú con el fin de trabajar en alguna empresa y aportar al desarrollo nacional.
Pero sucede que, en general, a la empresa privada peruana le interesa “un
pepino” tener a un doctor en ciencias (físicas, químicas, biológicas o matemáticas). Las típicas respuestas de los empresarios
peruanos es: ¿Para qué? Pero si acá no
tenemos dinero ni tiempo para investigar y
seguro querrá cobrar mucha plata. Para estas empresas consideran como la
mejor opción contratar un técnico que a
un científico. Con una visión a corto plazo a estas empresas les conviene más
un técnico que un investigador, pero con una visión de largo plazo un grupo de
científicos innovadores les sería de mucho provecho, no sólo para esa empresa mejore
sino que sobreviva a la competencia.
No conozco a
algún doctor en ciencias que trabaje como investigador en alguna empresa
privada peruana, si lo hay, agradeceré mucho decírmelo. Podría haber uno o dos,
pero no como el caso de una empresa innovadora estatal brasileña que tiene un 60
% de su personal a científicos, cosa
impensable siquiera en las empresas privadas peruanas.
Al no
conseguir trabajo en una empresa el recién graduado de doctor va a su alma
mater. Lo recibe las autoridades y le dicen que no hay presupuesto cuando en
realidad si lo tienen. Lo que estas mediocres autoridades no le dicen, es que
un profesor con el grado de doctor puede ocupar ciertos cargos importantes en
la universidad, pero como hay un “círculo de profesores universitarios privilegiados”
que
siempre ocupan esos cargos, les molesta mucho la competencia y tratan por todos
los medios de alejar a sus posibles “amenazas” de mil y unas maneras.
Por
terquedad o perseverancia algunos de estos doctores pueden entrar a trabajar en
su alma mater o en otra universidad. Pero una cosa en entrar y luego lo que se
hace allí. Se verá sometido, salvo excepciones, al dictado de una excesiva
cantidad de cursos, un número grande de alumnos, trabajos administrativos y con
el poco tiempo que le queda deberá hacer
su investigación.
Al
planificar su investigación el científico peruano se dará cuenta que no sólo le
falta tiempo para dedicarse a su laboratorio, sino que también dinero, infraestructura,
equipos y reactivos. Deberá buscar con todas sus fuerzas y talento los recursos
para realizar su investigación, así como convencer a las autoridades que “como un favor”
le proporcionen los medios para realizar
su investigación. Si hay que comprar un
equipo o reactivo se dará cuenta que el
costo puede ser más del doble de los que vale en Europa o USA.
El
científico peruano buscará ver quién le financia sus investigaciones. Ni hablar
de la empresa privada. El estado peruano tan solo tiene programas de
subvenciones a través del CONCYTEC y de
algunas universidades. No es como en USA o Europa donde existen varias instituciones
públicas y privadas a las cuales uno puede solicitar una subvención económica.
Si logra quitarles
tiempo a su familia y amigos el científico peruano se dedicará a realizar su
investigación a la par que hace su trabajo de docencia y administrativo que la
universidad le encomiende. Tras algunos años desarrollará una línea de investigación
exitosa. Pero antes habrá fracasado ya que los temas de investigación que uno
proyecta no todos son exitosos, toda investigación científica está plagada de
fracasos, eso es lo normal aquí y en el extranjero.
Tras mucho
esfuerzo logrará publicar sus investigaciones en una revista nacional donde los
requerimientos no son muy estrictos, pero algo es algo. Si tiene relaciones con
universidad o centros de investigación del extranjero podrá incrementar el rigor
de sus investigaciones y si, podrá enviar su artículo a revistas extranjeras.
Si el producto
de su investigación tiene una aplicación industrial probable se le puede
ocurrir patentar su trabajo. Para ello deberá ir al INDECOPI y realizar todo el trámite administrativo y
responder los cuestionamientos de los peritos. Si lo hace y no hay
inconvenientes tendrá que pagar cada cierto tiempo una cantidad de dinero para
mantener la patente. Pero si tiene la mala suerte que tuvo un colega químico al
cual le han asignado “peritos” a gente que recién ha egresado de la
universidad, tendrá muchos problemas.
Si este
científico exitoso cuando digan en círculos de amigos que sólo un loco o un mal
científico se queda en el Perú, obviamente se indignará, ya que el no es ni
loco ni es malo.
Por otro
lado sucede que el recientemente graduado doctor en ciencias regresa al Perú y
pronto se desamina por las condiciones adversar que tiene para investigar. No le
queda otra que dedicarse a trabajos administrativos y docencia universitaria.
Otros se dedicaran a trabajos para los cuales no fueron capacitados, pero que
son rentables. Si le gusta y es bueno en lo que ahora hace está bien, pero si
vive atormentado y resentido porque no investiga será infeliz toda su vida.
Hay varias
razones por las cuales un buen científico vive en el Perú y no en el
extranjero. Puede ser que le guste el clima de la ciudad donde vive, que es más feliz al estar con su familia, que
tiene un grupo de amigos entrañables, que la forma de vida en el Perú sea más
tranquila que en USA o Europa, que sienta un gran amor por su patria, que
sienta que está retribuyendo a sus compatriotas la educación que le brindaron,
entre otros.
Cuando estuve en Europa conocí a algunos científicos peruanos que trabajan allí y trabé amistad con uno de ellos. Me invitó a cenar con su familia, su esposa era europea y su hijos también, aparentemente todo iba bien. Ya después de algunos tragos y que su esposa e hijos se fueron a dormir, mi amigo comenzó a llorar, entre sollozos me confesó que extrañaba mucho al Perú, a su familia y amigos, al clima apestoso de Lima y sobre todo la comida. Me contó que antes de dormir pensaba ¿cómo no despierto en el Perú? Esta experiencia tuvo un profundo impacto en mi persona. Yo me dije; no puedo vivir como él, aparentemente contento, pero en el fondo del alma con una tristeza profunda. Uno tiene que vivir, aunque gane poco o no se desarrolle científicamente en un lugar donde esté contento ya que la felicidad no tiene precio. Esa fue una de las razones por las cuales estoy en el Perú.
Normalmente,
un científico peruano en el extranjero es uno más dentro de un grupo de investigadores.
Pero en el Perú es el “señor científico”. Su rol y reconocimiento de la sociedad
peruana es mucho mayor que el que recibiría en el extranjero. En otro país es
el “peruano”. En general la sociedad (peruana
y de otros lares) reconoce y admira a sus científicos aunque no tenga mucha
idea de los grandes aportes o el impacto de las investigaciones que ellos
realizan.
Existen pocos
casos, pero los hay, de científicos peruanos que han llegado a ser lideres de
buenos grupos de investigación extranjeros. Existen otros que se han dedicado con gran éxito
a trabajar e investigar en empresas internacionales.
Si hacemos
un ejercicio mental de poner a un típico científico peruano exitoso que trabaja
en condiciones desfavorables en nuestro país y lo llevamos al extranjero con
mejores condiciones es casi seguro que
realizará una labor mucho más productiva porque está acostumbrado a trabajar en
la adversidad.
El famoso
dicho, sin fundamento alguno, que los científicos malos se quedan en el Perú no
es cierto. Como todo en la vida; hay buenos y malos, tanto en nuestro país como
en el extranjero. Tampoco son locos. La caricatura del científico loco es una
ridiculización, es un estereotipo producto
de una simplificación prejuiciosa, nada
que ver con la realidad.
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