Mi generación y las siguientes podemos considerarnos
unos privilegiados. Hemos visto el nacimiento de Internet y su
desarrollo. Sin embargo, cuando a mis amigos les digo que uso el Facebook, Twitter, YouTube, blogs, etcétera me miran como si fuera un bicho raro y me espetan:
pero si eso es para chibolos. Otros se escandalizan y me reprochan por estar
conectado a esos sitios, según ellos de “dudosa reputación”.
Me extraña porque son gente que cómo yo nos fascinamos
cuando apareció Internet, gozamos al enviar los primeros correos
electrónicos y leímos con avidez las primeras páginas Web, pero parece que
muchos se han quedado. No han seguido con todos los recursos de la Web 2.0
Yo casi no uso el correo electrónico para comunicarme con mi
amigos, si lo uso para tratar con clientes de empresas químicas. En el Perú el
Facebook es preferido frente al Twitter; por ello, uso la primera con mis
amigos que están tanto en el Perú como en el extranjero para enterarme cómo les
está yendo, así como compartir link interesantes.
Es cierto que algunas personas usan el Facebook para enviar
mensajes rabiosamente políticos, fanáticamente religiosos, fotos descaradas y
casi pornográficas, comentarios desamparadamente superficiales, pero en mi
experiencia es un porcentaje pequeño. Es más, si yo quiero elimino a estas
personas de mi red social y asunto acabado.
Las redes sociales me han ayudado mucho tanto en mi profesión
como en lo personal. He encontrado a mis amigos del colegio y de la universidad,
algunos de los cuales están en USA y Europa. Sigo con avidez a mi exalumnos de
química de la UNMSM, UNI, UNFVR, PUCP y UPCH, me alegro de sus progresos profesionales,
sé de sus viajes, contribuciones y éxitos personales.
He visto con preocupación que muchos padres prohíben usar
las redes sociales a sus hijos. Bueno, es cierto que hay delincuentes que se
aprovechan de los niños y les hacen hacer cosas desagradables; por ello, sus
hijos no deben estar sin control. Siempre hay que vigilar lo qué hacen en la
computadora. Pero esto no sólo pasa en Internet, sino también en la calle donde
los padres no pueden dejar solos a sus hijos. Se padre implica una seria
responsabilidad, el cuidar a tus hijos.
Asimismo, muchas personas (principalmente mayores de 40 años) tienen prejuicios y no usan las
redes sociales. Pero, repito, los peligros también están en nuestras calles y
salimos todos los días a trabajar, estudiar o divertirnos.
Me preocupa mucho que exista mucha gente que teniendo la
gran oportunidad de usar todo lo que la Web 2.0 ofrece la ignora e incluso la
desprecia. Tenemos un conjunto de personas auto excluidas, quienes a su vez
influyen en sus hijos y les prohíben usar la Web 2.0, o sea que tenemos un
grupo que llamo “los no contactados modernos”.
Lo que sucede en la UNMSM con las redes sociales es un
ejemplo de esto. Hace poco mi universidad hace uso de las redes sociales, pero
dentro su campus estos sitios están bloqueados. ¡Qué tal contradicción! Lo que
pasa es que hay autoridades tienen prejuicios o desconocen lo relativo a las
redes sociales. Yo no puedo pasar unos videos de química de Youtube porque ese
sitio también está bloqueado.
Yo creo que las instituciones educativas tienen que hacer
uso efectivo de las redes sociales no pueden excluirse. Asimismo, nosotros que
hacemos uso de esos servicios debemos
divulgar las bondades y advertir de los peligros a los futuros usuarios. Por
ejemplo, hace poco dicté el curso de TIC en la UNMSM para los egresados de química.
Todos sabemos que el mundo va hacia el ciudadano 2.0, al
gobierno electrónico a la educación virtual. Para que todos estemos preparados
a este nuevo escenario es necesario que la gente comprenda y entienda que las
redes sociales son importantes e imprescindibles en el mundo actual.
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