Después del segundo debate político cientos,
no, miles de historiadores han vuelto a revisar los grandes acontecimientos históricos,
de los cuales yo acá resumo los más relevantes en lo que a ciencia
corresponden.
Es la historia de la contribución científica
de un personaje de abolengo que en el colegio limeño era conocido por su apelativo de
mente brillante. No precisamente por su inteligencia o juicio, sino porque era uno
de los que se ofendía cuando por su cumpleaños le regalaban un peine, mientras
que se ponía contento cuando le reglaban una franela, vaya usted a saber por
qué oscura razón. En fin, este personaje que no tiene un pelo de tonto entró a
una universidad peruana y para pasar desapercibido hablaba con dejo inglés y
tenía maneras afrancesadas, pero claro
era el hazmerreír del grupo. Cachimbo el, inmediatamente fue conocido como “gasolina”,
no por lo incendiario de su ideología ni por sus ideas descabelladas, sino por razones que solo
Melcochita podría explicar. Como no fue aceptado socialmente, nuestro amigo -ya
en ese tiempo de universitario- de baja alcurnia y dudosa extirpe emigró a Europa.
El químico Kekulé von Stradonitz hijo
de una familia de la aristocracia alemana, estaba el volviéndose loco por como
disponer 6 átomos de carbono con sus respectivos 6 átomos de hidrógeno, cuando
un visitante regordete, casi calvo que decía provenir de una familia
aristocrática dueña de un país llamado Pirú (sí, con i), quien alojado como
extranjero en un hotel venido a menos europeo y que había aprovechado ese
viajecito para vacunarse contra la rabia se le acerca a Kekulé y dice al
oído: pon los 6 C en … El resto es historia. Claro,
Kekulé, para barajarla dijo que dicho descubrimiento había sido producto de un
sueño.
Existe evidencia que este mismo
personaje alopécico y adiposo se le acercó a un profesor barbudo de química que estaba en
un bar de Rusia rompiéndose la cabeza, previa gran borrachera a punta de vodka,
con el arreglo de los elementos químicos
dispuestos en la mesa y la relación que entre ellos debía existir. Nuestro personaje
de marras y aún con ínfulas de pequeño burgués se le
acercó y se vendió como consultor en arreglos. Todos los peruanos sabemos el
significado oculto de “arreglo” (dar de manera ilícita un dinerillo para aceitar
ciertos trámites). La improcedente traducción al ruso de tal peruanismo, hizo
que el profesor de química entendiera vaya a saber que e incitara su curiosidad con el personaje venido
de tierras lejanas, quien tras una
rápida mirada aconsejó al personaje en cuestión, para lo que luego sería la
tabla periódica Mendeléyev. Pero ¿qué hacia ese peruviano personaje en Rusia? Según
el mismo relata estaba en funciones diplomáticas, pero los de Torre Tagle,
niegan a los cuatro vientos esa versión.
De hecho, hay otros relatos más o
menos creíbles, pero claro, si eres elector peruano te lo crees todo. Bueno,
pues, uno de los mas sorprendentes en hallazgos es que cuando un tal Woodward,
conversaba animadamente en el comedor universitario con otro poco conocido
investigador Hoffmann sobre la estereoquímica de ciertas reacciones
pericíclicas, cuando nuestro personaje de marras quien a la sazón se encontraba
en USA participando en un extraño trabajo de titulación de tierras a los
hombres blancos cuyos ancestros las habían quitado a los pobres indios americanos, se les
acercó a estos dos profesores universitarios. La conversación estuvo un poco enrevesada,
de tal modo que los susodichos investigadores creyeron haber escuchado que el pomposo y atrevido
personaje era un experto en titulaciones ácido-base. A pesar de no recordar
haber leído un paper de él se dejan aconsejar; producto del cual salen las famosas reglas de Woodward
y Hoffmann.
Los jóvenes historiadores han
recogido otros relatos sorprendentes que sería ocioso relatar en detalle
(aparte que no tengo tiempo para semejantes despropósitos) de esta persona
humilde y sencilla como ella sola, con casi nada de ego que sorprende a renombrados
psiquiatras. Que en un congreso científico donde se debatía quien era primero
el huevo o la gallina, nuestro personaje espetó: ninguno, yo los cree a los
dos. Que estuvo de asesor de Einstein,
Heisenberg, Hawking, corrector de estilo
de Asimov, en fin, infinidad de contribuciones en tesis, artículos y
patentes, y habiendo hecho tanta obra al séptimo día
nuestro personaje de polendas desinfladas y linaje ya de baja estofa descansó.
Ya en sus cuarteles de invierno
nuestro amigo en un arranque de desprendimiento por la patria querida y de
locura para otros, tuvo la peregrina idea de lanzarse como candidato, nada
menos que a la presidencia. Como la historia tiene sus recovecos y misterios
sin resolver, el saber cómo ocurrió ello es producto no de un delator, sino más
bien de un colaborador diligente, eficaz y gracioso quien relató lo siguiente.
Habiendo convocado a altos exdignatarios europeos quienes ignoraron olímpicamente
la invitación, solo acudió la gentita limeña a un desvalijado departamento. Eso
sí, eran presidentes, pero de APAFAS, de condominios cercanos, de egresados y
unos cuantos jubilados dueños de bancos. Describir a este conjunto de personas con
intereses variopintos es harto difícil, pero nada mejor que las palabras del
colaborador eficaz quien dijo a los historiadores: eran unos viejos lesbianos. Termino,
que como bien explica fundéu rae se aplica a políticos de avanzada edad
reticentes a los cambios.
Producto del mar de ideas para proponer
al próximo presidente, en una reunión amenizada con cevillanos (ceviches), rociada generosamente con bebidas
espirituosas y espolvoreada con cierto producto blanquecino gracias a la
generosidad de cierto poblador del VRAEM, quedaron los nombres de Melcochita y,
por supuesto, la Susy. Molestos por tales nombres y por la desacertada y tan disparatada
conducción de esa sesión que hizo nuestro común amigo, sus convidados propusieron
lanzarlo por la ventana a la piscina, pero escogieron el momento más inapropiado.
Todos ya estaban choborras (ebrios) y otros volando a mil por hora (drogados).
Al día siguiente el personajillo de este relato agradeció el acuerdo unánime por
haberlo lanzado a la presidencia, claro, tergiversado los hechos a su favor,
como siempre. Incidente que pasó desapercibido por sus convocados quienes
estaban más presurosos de salir que no escucharon lo expresado por el
anfitrión.
PD. No tengo nada en contra de los
calvos ni los gordos. Es solo un artículo bromista e irónico.