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martes, 17 de agosto de 2021

Insultos y seudo debates políticos en la redes sociales

 Durante la última campaña electoral peruana las redes sociales (insociables por estos días) estuvieron llenas de diatribas cargados de ira y rabia, sazonados con ajos y cebollas. Vecinos, amigos y familias divididos por sus diferentes y variopintas opciones políticas se han peleado, algunos de ellos irreconciliablemente. Mi experiencia me dice que esas discusiones en las redes sociales son bizantinas, nunca he presenciado que han llegado a un acuerdo, ni mucho menos una de las partes ha dicho: si, me has convencido. En las redes sociales uno puede simplemente decir su preferencia política o su comentario y punto, toda discusión es inútil.

 ¿Cómo vas a discutir con alguien que no conoce las diferencias entre socialismo, social-democracia, comunismo, marxismo, capitalismo, liberalismo, populismo, dictadura, etc.? ¿Por qué vas a debatir con alguien que no sabe cómo se vive en las zonas rurales y sólo las ve de “lejitos” en calidad de turista? ¿Cómo vas a altercar con alguien que solo ve los corruptos de los otros y no del partido de su simpatía? ¿Cómo vas a razonar con uno que nunca trabaja, vive de la herencia familiar y dice que el pobre es pobre porque quiere? ¿Cómo discutir con alguien que no quiere entender que con esfuerzo, talento y mucho trabajo otro hizo su empresa y que no es un privilegiado? ¿Cómo debatirás con uno que solo idealiza a sus líderes sindicales u otro que endiosa a sus líderes empresariales? ¿Por qué vas a entrar en discusión con un racista o clasista intolerante?

Otra cosa son los debates debidamente organizados, donde se conoce a los ponentes quienes no están escondidos bajo pseudónimos como en las redes sociales, con moderadores imparciales, con tiempos de participación y replica adecuados, con hora de inicio y fin establecidos, sin insultos, con cortesía, en fin. Esos debates con polémica, con argumentos inteligentes, basados en datos corroborables, con expositores cultos y experimentados, etc. son necesarios y debemos promoverlos más aun en estos tiempos de conflictos, donde prevalece más la descalificación, las etiquetas y los insultos fáciles.

Todos tenemos amigos y familia que son de derecha o de izquierda, no son corruptos, tampoco imbéciles o estúpidos ni menos terroristas. A esa gente que descalifica e insulta con facilidad asombrosa al ciudadano de a pie que tiene diferente opinión política hay que preguntarle: ¿por qué insultas? ¿con qué derecho llamas estúpido, corrupto, fascista o terrorista al que no conoces ni tienes evidencia, solo por tener una opción diferente a la tuya y para colmo ni siquiera reconoces a los corruptos de tu propio partido político? quién te nombró juez supremo de la conciencia ciudadana y en mérito a qué? Solo insulta o denigra quien no tiene argumentos, aquel que no puede elaborar un buen argumento.

Por otro lado, hay políticos de cuidado con evidencias claras, sentenciados o investigados con un pasado oscuro. Por ello, no deslindar con políticos pro terroristas, afines a dictadores, corruptos, misóginos, homofóbicos, mentirosos o lobistas despiadados es muy peligroso.

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