Reproduzco el editorial que escribí para la Revista de la Sociedad Química del Perú
Rev Soc Quím Perú. 83(2) 2017
Nuestra sociedad
está en peligro continuamente por varias amenazas: las mafias, la corrupción,
el terrorismo, el cambio climático, los virus, etcétera. Sin embargo, hay una actividad que
antes era marginal, pero que ahora, por los diversos medios de comunicación y
las redes sociales, se difunde grandemente y son control alguno: las pseudociencias.
Las pseudociencias
son un conjunto de creencias que se presentan al público como si tuvieran un
fundamento científico o que tienen efectos demostrables supuestamente basados
en métodos científicos.
Un caso ejemplar
son los movimientos anti vacunas. En países donde se había erradicado muchas
enfermedades gracias a los programas estatales de vacunación, debido a la
difusión de falsas noticias y de engaño estos movimientos pseudocientíficos han
conseguido que muchas personas no vacunen a sus hijos. Por ello, en Europa
actualmente hay cientos de reportes de casos de sarampión, enfermedad que había
sido erradicada.
Inventos que
hacen temblar a las industrias farmacéuticas, productos alternativos que hacen
bajar de peso, plantas que curan milagrosamente todas las enfermedades,
licuados de rana para incrementar la fertilidad, cartílago de tiburón que cura
el cáncer y otros engaños son frecuentes en las redes sociales. Para difundir
las bondades los estafadores se basan en “teorías científicas” o “evidencia
experimental” que para las personas sin
formación científica parecen reales, pero para el ojo experto de un científico
son puras mentiras o en el mejor de los casos malas interpretaciones de las
teorías científicas. Asimismo, la
evidencia que estas creencias aportan no es nada más que un hecho aislado y
anecdótico.
Hay una variedad
de pseudociencias médicas y algunas tienen nombres rimbombantes. Por ejemplo,
las supuestas teorías de la “medicina cuántica” son explicadas por “brujos
ilustrados” usando teorías y hechos muy distorsionadas de la mecánica
cuántica. Como la palabra cuántica suena
bonito, pero casi nadie la entiende, han aparecido una serie de terapias
médicas y psicológicas que supuestamente tienen el fundamento de dicha teoría
muy apreciada y comprendida por nuestros colegas físicos. Lo mismo pasa cuando los charlatanes dicen la
palabra relatividad -teoría que Eisntein en colaboración con su esposa Mileva
Marić elaboraron
trabajosamente- cuando en realidad le
dan un significado erróneo a dicho término que haría enfurecer a cualquier
físico.
Hay muchos
negadores del cambio climático, pese a la abrumadora evidencia encontrada por
varios grupos de investigación. Una cosa
es cuando una persona opina que no cree en el cambio climático y otra es cuando
esa persona toma decisiones políticas basada en esa creencia. De manera similar si personas que creen en
las pseudociencias rigen su accionar como autoridad de algún organismo público,
sus decisiones pueden afectar negativamente a la sociedad que los eligió. Lo
peligroso del asunto es que paso a paso estamos retrocediendo a la época del
oscurantismo, donde las decisiones de estado se basan en creencias y no en
evidencias o teorías comprobadas.
Muchas de las
llamadas terapias alternativas no tienen fundamentos teóricos irrefutables que
las sustenten, ni mucho menos evidencias reproducibles que demuestren que han
funcionado. Sin embargo, se difunden, comercializan y personas inescrupulosas se
hacen ricos por la ingenuidad o ignorancia de las personas.
Las sociedades
científicas de muchos países se han pronunciado en contra de las pseudociencias
debido a que ellas tienen la responsabilidad de alertar a la sociedad los
peligros de las practicas y productos que no cuentan con el requisito riguroso
científico: la evidencia basada en la experimentación controlada y reproducible.
Es curioso que
siendo esta una sociedad cuyo desarrollo se basa en el conocimiento científico
y tecnológico, la población en general sepa muy poco de ciencia y tecnología.
Esto no quiere decir que personas educadas no crean en las pseudociencias, ya
que de hecho las hay. Pero más peligroso aún es que se crea en pseudociencias y
que estas luego se conviertan en políticas de estado, lo cual nos llevaría
inexorablemente de vuelta a la época del oscurantismo que tanto retraso causó a
la humanidad.
Frente a la
amenaza de las pseudociencias los científicos tenemos un deber moral de
hacerles frente con nuestra arma más poderosa: el método científico. De manera
personal, vía conferencias, debates, en medios de comunicación y redes
sociales. Asimismo, las sociedades científicas deben comunicar a la población
de los peligros de las psuedociencias mediante eventos científicos y
comunicados en un lenguaje claro y entendible.
Mario Ceroni Galloso
Presidente ACS PERU CHAPTER
Rev Soc Quím Perú. 83(2) 2017
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