Todos esperábamos que el gobierno de PPK hubiera sido uno de los
mejores en términos de estabilidad política y crecimiento económico, pero las
cosas no siempre son como uno las desea. Ahora, tras un año y algunos meses
termina abruptamente el gobierno de PPK en medio de un clima político tenso,
una economía paralizada, la educación al garete, la salud más descuidada,
sumado a las investigaciones de corrupción que enfrenta PPK por no distinguir incompatibilidades
entre ciertas actividades privadas y la públicas. Añádase el desprestigio del
congreso, el panorama peruano es desolador.
¿Cómo puede ser posible que un hombre egresado de los
colegios prestigiosos Markham de Lima y
Rossall School del Reino Unido, con formación universitaria en universidades de
élite como el Exeter College de la Universidad de Oxford (Inglaterra) y Woodrow
Wilson School de la Universidad de Princeton (USA), donde hizo su maestría en economía, llegue
a ser considerado por muchos peruanos tal como Gustavo Gorriti (uno de los
mejores periodistas peruanos) lo expresó: “ un hombre sin palabra; un
Presidente sin carácter; un Jefe de Estado
sin eficiencia; un mentiroso sin éxito; un político con conflictos de interés; un
hombre de negocios vestido de político.”
Es
cierto que el colegio y el paso por la universidad lo forma a uno, pero también
está la familia y el círculo de amigos donde los valores son inculcados
principalmente. En toda sociedad hay subculturas o subsociedades que pueden o
no estar ocultas, pero que tienen diferentes normas, valores éticos y reglas a
la sociedad donde la mayoría de las personas vivimos. Por ejemplo, el caso de
los mafiosos, ellos tienen sus propias reglas y valores éticos. Los
delincuentes que al levantarse por la mañana dan un beso a su esposa y cariños
a sus hijos, luego de su desayuno rezan a dios o a un santo para que “todo
salga bien” y regresen a casa sano y salvo, después del robo o asesinato
perfecto.
Lo mismo sucede con los políticos corruptos. Ellos tienen
familia, se preocupan de sus hijos, les dan educación y dinero, pueden o no ser
leales a su esposa, rezan al santo de confianza para que todo salga bien. Llegan
a sus despachos y comienzas las “cutras” las prebendas, el famoso 15 %, los
sobornos y demás arreglos debajo de la mesa. Luego de “tan ardua labor”
regresan a su casa, dan un beso a su esposa o amante, ven a sus hijos y duermen
dichosamente esperando otro día mejor. Para ellos la colusión, el cohecho, el tráfico
de influencias cualquier tipo de corrupción es pan de cada día y su modo de
vida. El delatar estos hecho delictivos es mal visto por estos seres, es una traición
imperdonable y tiene como consecuencia la muerte, destierro o paliza deslamada
del que osé delatarlos.
El político corrupto tiene otros valores y normas muy diferentes
y en pleno conflicto con la Constitución de la República, normas legales y
valores sociales. Si no cobra su 15 % es un tonto, si no acepta sobornos es visto
como un obstruccionista y si no hace “arreglos” es que no percibe como funciona
el mundo de los negocios. No olvidemos al “operador político” eufemismo para
ese perverso personaje útil para el tráfico de influencias, intermediario entre
el corrupto y corruptor que también es ducho para los arreglos sucios con otros
políticos o con la prensa que se vende.
Imagine a esa persona, con buena formación universitaria y
valores sociales, pero con la ingenuidad política del típico personaje de las películas
de Cantinflas con ganas de hacer obras y de hacer el bien a la sociedad, que se
encuentre con esa subcultura política baja, delincuencial, permisiva con el
crimen, soterrada, donde la corrupción es sistémica y con valores invertidos a
la sociedad que lo eligió. Ese primer encuentro debe ser chocante, pero al no
tener los valores principistas bien arraigados, sucumbe; tras lo cual se convierte
en otro integrante “aceitado” de esa subcultura política perversa.
Imagine una sociedad enferma, donde los ciudadanos consideren
que hay unas normas que no merecen ser cumplidas, que ciertos valores a veces
no conviene tenerlos en cuenta. Aquel que se pasa la luz roja, que considere no
pagar sus impuestos, que engañe a su pareja, que engendre hijos y no los reconozca, que consigue un trabajo por contactos personales y no por mérito,
que arregle con el policía para evitar la multa, que robe el servicio de cable,
luz o agua, que saque provecho de las personas, que venda productos defectuosos
a sus clientes. Una sociedad donde en todos sus estratos esto ocurra es una
sociedad enferma. Los cimientos de esa sociedad están podridos y es obvio que
la clase política de élite también lo esté. La sociedad peruana esta gravemente enferma.
Dicho todo esto, uno se pregunta ¿qué hacemos?
Hay un concepto en física que es la masa crítica, se refiere a
la cantidad mínima de materia necesaria para mantener una reacción nuclear en
cadena. Este concepto se llevó a la
sociología donde significa una cantidad mínima de personas necesarias para que
cierto fenómeno social tenga lugar, adquiera una dinámica donde se sostenga y
le permita crecer. Por ello, en la sociedad peruana, para poder cambiar, se
requiere una cantidad mínima de personas decentes, inteligentes y competentes en
todos los estratos sociales, así como en los puestos de élite de los poderes
ejecutivo legislativo y judicial. Este proceso no ocurre de la noche a la
mañana, no esperemos que los actuales políticos lo hagan, ninguna ley o norma
tampoco lo hará. Corresponde a cada uno de nosotros y en especial al hogar
peruano iniciar este proceso inculcando valores sólidos a sus hijos y velando por
su educación, nadie lo hará por nosotros.
Ahora el ingeniero Martín Vizcarra egresado de la UNI asume
el mando tras la renuncia de PPK. Esto me hace recordar la historia de USA cuando las élites no querían que
Rossevelt fuera candidato a la presidencia por sus ideas progresistas y antimonopólicas,
y lo forzaron a ser vicepresidente de William McKinley, pero como este fue
asesinado, Roosevelt lo sucedió tras lo cual lideró el movimiento progresista y
realizó varias reformas para eliminar la corrupción, los monopolios, promovió la
conservación ambiental y reguló el accionar de las empresas, por estos y otros
logros se le otorgó el premio Nobel de la Paz. Lo dejo ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario