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domingo, 25 de marzo de 2018

Y otra vez a empezar de nuevo: sale PPK entra Vizcarra. ¿Qué nos pasa a los peruanos?


Todos esperábamos que el gobierno de PPK hubiera sido uno de los mejores en términos de estabilidad política y crecimiento económico, pero las cosas no siempre son como uno las desea. Ahora, tras un año y algunos meses termina abruptamente el gobierno de PPK en medio de un clima político tenso, una economía paralizada, la educación al garete, la salud más descuidada, sumado a las investigaciones de corrupción que enfrenta PPK por no distinguir incompatibilidades entre ciertas actividades privadas y la públicas. Añádase el desprestigio del congreso, el panorama peruano es desolador.

¿Cómo puede ser posible que un hombre egresado de los colegios prestigiosos  Markham de Lima y Rossall School del Reino Unido, con formación universitaria en universidades de élite como el Exeter College de la Universidad de Oxford (Inglaterra) y Woodrow Wilson School de la Universidad de Princeton (USA),  donde hizo su maestría en economía,   llegue a ser considerado por muchos peruanos tal como Gustavo Gorriti (uno de los mejores periodistas peruanos) lo expresó: “ un hombre sin palabra; un Presidente sin carácter;  un Jefe de Estado sin eficiencia; un mentiroso sin éxito; un político con conflictos de interés; un hombre de negocios vestido de político.”


Es cierto que el colegio y el paso por la universidad lo forma a uno, pero también está la familia y el círculo de amigos donde los valores son inculcados principalmente. En toda sociedad hay subculturas o subsociedades que pueden o no estar ocultas, pero que tienen diferentes normas, valores éticos y reglas a la sociedad donde la mayoría de las personas vivimos. Por ejemplo, el caso de los mafiosos, ellos tienen sus propias reglas y valores éticos. Los delincuentes que al levantarse por la mañana dan un beso a su esposa y cariños a sus hijos, luego de su desayuno rezan a dios o a un santo para que “todo salga bien” y regresen a casa sano y salvo, después del robo o asesinato perfecto.  

Lo mismo sucede con los políticos corruptos. Ellos tienen familia, se preocupan de sus hijos, les dan educación y dinero, pueden o no ser leales a su esposa, rezan al santo de confianza para que todo salga bien. Llegan a sus despachos y comienzas las “cutras” las prebendas, el famoso 15 %, los sobornos y demás arreglos debajo de la mesa. Luego de “tan ardua labor” regresan a su casa, dan un beso a su esposa o amante, ven a sus hijos y duermen dichosamente esperando otro día mejor. Para ellos la colusión, el cohecho, el tráfico de influencias cualquier tipo de corrupción es pan de cada día y su modo de vida. El delatar estos hecho delictivos es mal visto por estos seres, es una traición imperdonable y tiene como consecuencia la muerte, destierro o paliza deslamada del que osé delatarlos.  

El político corrupto tiene otros valores y normas muy diferentes y en pleno conflicto con la Constitución de la República, normas legales y valores sociales. Si no cobra su 15 % es un tonto, si no acepta sobornos es visto como un obstruccionista y si no hace “arreglos” es que no percibe como funciona el mundo de los negocios. No olvidemos al “operador político” eufemismo para ese perverso personaje útil para el tráfico de influencias, intermediario entre el corrupto y corruptor que también es ducho para los arreglos sucios con otros políticos o con la prensa que se vende.

Imagine a esa persona, con buena formación universitaria y valores sociales, pero con la ingenuidad política del típico personaje de las películas de Cantinflas con ganas de hacer obras y de hacer el bien a la sociedad, que se encuentre con esa subcultura política baja, delincuencial, permisiva con el crimen, soterrada, donde la corrupción es sistémica y con valores invertidos a la sociedad que lo eligió. Ese primer encuentro debe ser chocante, pero al no tener los valores principistas bien arraigados, sucumbe; tras lo cual se convierte en otro integrante “aceitado” de esa subcultura política perversa.

Imagine una sociedad enferma, donde los ciudadanos consideren que hay unas normas que no merecen ser cumplidas, que ciertos valores a veces no conviene tenerlos en cuenta. Aquel que se pasa la luz roja, que considere no pagar sus impuestos, que engañe a su pareja, que engendre hijos y no los reconozca, que consigue un trabajo por contactos personales y no por mérito, que arregle con el policía para evitar la multa, que robe el servicio de cable, luz o agua, que saque provecho de las personas, que venda productos defectuosos a sus clientes. Una sociedad donde en todos sus estratos esto ocurra es una sociedad enferma. Los cimientos de esa sociedad están podridos y es obvio que la clase política de élite también lo esté. La sociedad peruana esta gravemente enferma.

Dicho todo esto, uno se pregunta ¿qué hacemos?

Hay un concepto en física que es la masa crítica, se refiere a la cantidad mínima de materia necesaria para mantener una reacción nuclear en cadena.  Este concepto se llevó a la sociología donde significa una cantidad mínima de personas necesarias para que cierto fenómeno social tenga lugar, adquiera una dinámica donde se sostenga y le permita crecer. Por ello, en la sociedad peruana, para poder cambiar, se requiere una cantidad mínima de personas decentes, inteligentes y competentes en todos los estratos sociales, así como en los puestos de élite de los poderes ejecutivo legislativo y judicial. Este proceso no ocurre de la noche a la mañana, no esperemos que los actuales políticos lo hagan, ninguna ley o norma tampoco lo hará. Corresponde a cada uno de nosotros y en especial al hogar peruano iniciar este proceso inculcando valores sólidos a sus hijos y velando por su educación, nadie lo hará por nosotros.  
      
Ahora el ingeniero Martín Vizcarra egresado de la UNI asume el mando tras la renuncia de PPK. Esto me hace recordar la historia de  USA cuando las élites no querían que Rossevelt fuera candidato a la presidencia por sus ideas progresistas y antimonopólicas, y lo forzaron a ser vicepresidente de William McKinley, pero como este fue asesinado, Roosevelt lo sucedió tras lo cual lideró el movimiento progresista y realizó varias reformas para eliminar la corrupción, los monopolios, promovió la conservación ambiental y reguló el accionar de las empresas, por estos y otros logros se le otorgó el premio Nobel de la Paz. Lo dejo ahí.


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