En un afán de vincular el gobierno de Velasco con
el de Humala y de verter una opinión sobre la candidata Mendoza, Arturo
Salazar Larraín en la columna Opinión de El Comercio (3 abril 2016) denomina al
gobierno de Humala segundo socialismo castrense. Esto es ridículo. A ningún
politicólogo se le ocurriría denominar así al gobierno de Humala. Arturo
Salazar fue un gran periodista y director de La Prensa -décadas atrás
diario rival de El Comercio- pero ahora lamentablemente su columna de
opinión vierte una conclusión equivocada y mal fundamentada.
En estos tiempos donde hay muchas fuentes y gran
consumo de información debemos ser muy críticos y reflexivos con todo lo
publicado en los medios de comunicación. Además, por respeto a los lectores
espero un mejor y más serio análisis político de los autodenominados
periodistas políticos.
¿En qué se fundamenta Salazar para catalogar al
gobierno de Humana de socialista y de castrense? Pues en factores económicos,
en ambos casos (Gobierno de Velasco y Humala) la bonanza económica cesó y el
gasto público aumentó, señala Salazar. Si eso fuera cierto los gobiernos
de Belaunde y García de los años 80 serían más socialistas que el de
Humala. No pues señor Salazar, ese es un razonamiento de un novato,
quizás de algún practicante de periodismo.
Por otro lado, Salazar no fundamenta porque el
gobierno de Humala es castrense. Pero ¿quién en su sano juicio ha
denunciado que estamos gobernados en la actualidad por militares? Que yo sepa
nadie. Por una sencilla razón, no lo estamos. Lo militares están en sus
cuarteles no en los ministerios, ni en las redacciones de los diarios y demás
medios de comunicación como si lo estaban durante el gobierno de Velasco y
Morales Bermúdez.
La opinión de una persona neófita en asuntos
políticos es respetada tanto como de una versada. Pero se espera que el
comentario de una persona ducha en estos asuntos tenga un fundamento y
raciocinio coherente con los hechos y que sustenten adecuadamente su opinión.
Los periodistas deberían saber que sus lectores
tienen edad para, no solo conocer (por los libros de historia) sino por haber
vivido épocas como las del gobierno militar de Velasco y Morales Bermúdez que
no se parecen en nada a las de Humala. Tienen diferente forma de actuar y
diferentes ideologías. Además, Humala es un presidente democráticamente
elegido, nos guste o no, apoyado por Mario Vargas Llosa ya que Humala cambió sus
ideas iniciales por la famosa hoja de ruta en el centro cultural de la UNMSM.
No me imagino a Vargas Llosa apoyando a un gobierno socialista ni mucho menos a
uno castrense.
Ahora paso a comentar otras situaciones que
afectan a la sociedad peruana y latinoamericana relacionada con los medios de
comunicación.
El público que lee a los comentaristas
políticos debe estar alerta ya que pueden ser fácilmente engañados o mal
informados. Es una vergüenza que muchos comentaristas profesionales no
sustenten bien sus ideas, más aún cuando se supone que son gente preparada. Si
estás en contra del socialismo o del capitalismo, pues bien, pero sustenta
mejor tu propuesta.
Ahora que existen diferentes medios para
comentar, discrepar y discutir las opiniones, editoriales y noticias que
publican los medios de comunicación es responsabilidad de todos los ciudadanos
de discrepar o asentir ya que eso es parte de la democracia. Puede ser un
académico, artista, literato, periodista, empleado, taxista, en fin
cualquier ciudadano, no hay limitaciones debido a que es un derecho
democrático.
El ejercicio democrático sin embargo, no implica
mal informar ni crear temor infundado. El derecho de opinar y discrepar
realizado por personas influentes y profesionales debe ser ejercido con
responsabilidad sin insultar, mentir ni distorsionar los hechos. Si no
hay personas que discrepen de las opiniones de otras, que se quejen de la falta
de fundamentos o que se indignen por las muchas incoherencias que se escriben, pues
no estamos ejerciendo nuestro derecho democrático. No debemos ser permisivos ni
indiferentes. Hagamos que se esfuercen más en fundamentar sus opiniones.
Finalmente, en Latinoamérica debemos quitarnos
la tara mental de pensar que si otra persona no opina igual que uno, pues me
está atacando y es mi enemigo. Nada más falso. La opinión del otro debe
ser respetada. Es más, nuestra opinión se enriquece por un debate y contrastación
de ideas con otra persona que opina diferente. Cerrarnos y creer que nuestra
opinión es la mejor siempre es un error, muestra un nivel grande de
autoritarismo y una poca tolerancia a la crítica, al debate, males comunes en
nuestros países.
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