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sábado, 14 de julio de 2012

La mentira y la política


Estimado lector ¿se ha dado cuenta que en el Perú y en el extranjero los políticos hacen su campaña electoral mintiendo y engañando a la gente impunemente? Dicen una cosa en la campaña electoral  y hacen lo contrario cuando gobiernan.

Todos sabemos que los políticos con el fin de llegar al poder mienten, pero antes las mentiras eran muy pocas. En estos tiempos la cantidad de mentiras que los políticos dicen en sus discursos o declaraciones públicas es tal  que uno queda saturado y atontado.

Si bien es cierto que la mentira no es vista con buenos ojos por nadie, en el caso de los políticos casi se  asocia a su quehacer político, pero no sé porque  la sociedad es más condescendiente con ellos y con el paso del tiempo se olvidan, quedando el político “perdonado” y socialmente apto para postular de nuevo a otro puesto político y así continuamente. Lo peor de todo es que la gente sigue creyendo y votando en el que ya le ha mentido antes.  

Recuerdo mucho que Alan Gracia Pérez en su campaña electoral decía no al TLC (Tratado de Libre Comercio) en contraposición al entonces presidente Alejando Toledo, pero cuando llegó al poder no dudo en firmar cualquier TLC que se le ponía en frente. Lo mismo dijo Ollanta Humala cuando era candidato y ahora, arrepentido, firma los TLC siguiendo el ejemplo de García.    

Las promesas electorales incumplidas no son exclusividad de nuestro país. Por ejemplo si repasamos las campañas electorales españolas veremos que Felipe Gonzales, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy han incumplido sus promesas y muchas veces han hecho todo lo contrario.

Parece ser que, no sólo en el Perú, sino que en casi todo el mundo, le cinismo político tiene una patente de corso. Asimismo, la sociedad es permisiva con los políticos mentirosos. La experiencia me ha impulsado a pensar que, ambos, los mentirosos y mentidos han hecho un pacto hipócrita.  

Muchas promesas electorales pueden ser incumplidas si es que el político pues en plena campaña era ignorante de algunos hechos importantes, pero al llegar al poder, ahora con acceso a información, alguna de ella privilegiada o secreta, se da cuenta de su error. Pues en ese caso debe explicar a sus electores el cambio de rumbo que le ha dado a su promesa.

En el caso que el político sabiendo que no puede cumplir con su promesa la lanza con el solo fin de ganar la elección, ese sería un caso de cinismo inaceptable y de una sinvergüencería colosal.    

¿Qué se espera de un político que sea un mentiroso descarado? ¿Qué sea un buen y juicioso gobernante?  ¿Qué combata la corrupción? Nada de eso. La sociedad debería estar asustada y temerosa cuando un político mentiroso la gobierne. El accionar de ese político será socavar la democracia y hundir a la sociedad que dice defender llevándola a un caos y corrupción sin límites
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Los que tienen “permiso para mentir” son los escritores, en especial los de ficción. Irónicamente, un escritor el ahora premio Nobel Mario Vargas Llosa cuando competía con Fujimori en su campaña del 90 decía que era necesario un cambio radical en la economía, no mintió. ¿Se acuerdan? Los del APRA hicieron un spot televisivo de muy mal gusto mostrando el supuesto “shock”. Fujimori se oponía al llamado shock. Cuando ganó Fujimori lo primero que hizo es aplicar el famoso shock. Resultado: ganó el que mintió.

La mentira en los procesos electorales  descaradamente e impunemente usada por los políticos debe erradicarse y la sociedad repudiar y excluir del entorno político a ese personaje mentiroso.   Es necesario recuperar   nuestra  capacidad de indignarnos ante estos hechos, así como es tiempo de recordar a todos que los valores si importan, de lo contrario tendremos gobernantes indeseables y gobernados que toleran gustosos las malas artes de política, llevando al país a la quiebra económica y de sus valores fundamentales.      

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