Todos los años durante el verano es común leer en los diarios limeños las pérdidas materiales e incluso muerte de personas debido a los huaycos.
A pesar que INDECI y los Municipios alertan a la población no habitar en zonas de alto riesgo de huaycos o desbordes de ríos, muchos pobladores hacen caso omiso y de manera irresponsable construyen sus casas justamente en zonas peligrosas.
Pero allí no acaba la imprudencia de algunas personas. Leo en el diario que ayer unas personas con sus hijos cruzaron un huayco y la hija de una de ellas fue arrastrada por la corriente y luego murió. La policía trató de ayudar a la chica, pero el valiente policía no pudo con la corriente y se ahogó. Felizmente, gracias al esfuerzo de policías y pobladores lo sacaron y ahora está bien de salud.
Mientras esto ocurría la irresponsable e imprudente madre culpaba a la policía por no ayudar al rescate del cadáver de su hija, en vez de arrepentirse de su mala acción. Ella pretende ignorar el hecho que ella debió proteger la integridad física de su hija, no lo hizo. Lo más prudente hubiera sido, poner a su familia en un lugar seguro, esperar que pase el huayco y luego pasar con cuidado.
Hay muchos ejemplos más. Cada día veo a padres llevando en brazos a sus hijos cruzar la vía de evitamiento no por el puente peatonal sino por la misma vía.
Se ve que a muchos peruanos les falta la cultura de la seguridad y pese a los accidentes y muertes la población no escarmienta.
Al ser el Perú un país donde los fenómenos naturales, en especial terremotos y huaycos, provocan muchos daños materiales y pérdidas de vidas, es imprescindible que la población esté educada; por ello, recomiendo que el libro del ingeniero, MSc. Julio Kuroiwa Horiuchi, Prevención de Desastres: viviendo en armonía con la naturaleza” sea enseñado en los colegios de todo el Perú y que las autoridades nacionales y regionales lleven un curso relacionado a la prevención de desastres.
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