Hace pocos días
varios diarios informaron sobre otro caso de contaminación de alimentos
en el caserío Redondo, distrito de Cachachi de Cajabamba. Probablemente la persona que preparó los alimentos del Programa Nacional de Asistencia Alimentaria (Pronaa) los contaminó con
un pesticida organofosforado de uso prohibido, que podría ser paratión,
encontrado en la cocina de la institución educativa 82311, según reportes de los
diarios.
El resultado de la acción
relatada es que murieron tres niños y hay cerca de 80 personas intoxicadas que presentan cuadros de vómitos,
fuertes cólicos y deshidratación severa, las cuales fueron atendidas en el hospital y centros de salud del Ministerio
de Salud y de la Seguridad Social.
Pero estas noticias no son inusuales
en el Perú. Un caso similar se produjo en 1999 en Tauccamarca, en la región Cusco,
donde 24 niños murieron tras ingerir leche contaminada con paratión, un plaguicida organosfosforado prohibido
por ser dañino a la salud y al ambiente. Una persona para matar unos
perros mezcló leche con ese plaguicida, pero dejó esa mezcla por un tiempo y
otra persona creyendo que era un alimento, se los dio a los niños.
Los plaguicidas
organosfosforados inhiben la enzima colinesterasa, se incrementa la
acetilcolina y se acumula, lo que lleva a un flujo descontrolado en las
transmisiones nerviosas causando trastornos graves al sistema nervioso. Entre
los medicamentos utilizados en caso de estas intoxicaciones podemos mencionar a
la atropina, glicopirrolato, pralidoxima, entre otros.
Lamentablemente, en nuestro país la
gente no sabe manipular sustancias peligrosas y le echan la culpa de su
imprudencia, que raya en lo delictivo, a los alimentos. He visto que muchos
agricultores tiran los recipientes de plaguicidas al río,
después de haberlos usado. Otros guardan en el mismo lugar los pesticidas con
los alimentos y usan estos envases para guardar alimentos ¡peligrosísimo! Esto
sumado a que, a pesar de haberse prohibido muchos plaguicidas, esos se siguen
comercializando de manera ilegal, porque la gente de manera irresponsable los
compra.
Nuestro Congreso, en el circo
mediático cotidiano, cita a altos funcionarios que poco o nada tienen que
ver directamente con ese asunto, en vez de solucionar, legislando (que es su
función) para evitar que esos casos se repitan.
Lo que hay que hacer es educar a la
gente que prepara alimentos y usa plaguicidas. Tanto los productores de
plaguicidas como los municipios, vía las organizaciones civiles
organizadas, deben organizar cursos para el uso correcto y manipulación segura
de sustancias peligrosas como son los pesticidas, plaguicidas, ácidos, bases.
Puede haber, dentro de un curso en los colegios donde se manipulan plaguicidas,
unos capítulos relacionados a la correcta manipulación de esos productos.
También hay que perseguir y llevar a
la cárcel a los inescrupulosos comerciantes que venden plaguicidas prohibidos.
Asimismo, sería conveniente que si una persona compró un plaguicida en
una tienda, pues luego se usarlo, devuelva el envase en la misma tienda donde
lo compró. Posteriormente, la empresa comercializadora lo enviaría a una
empresa prestadora de servicios de residuos sólidos (EPS-RS) que realizaría el
tratamiento y disposición final más adecuada.
Finalmente, se percibe que en nuestro país no existe un sistema de seguridad
alimentaria que permitiría no solo monitorear permanentemente la calidad de los
alimentos, su traslado y manipulación segura, sino también un equipo de
personas que investigue eficientemente los casos antes mencionados. No puede
ser posible que se señalen culpables políticos o no, sin antes haber
investigado lo que ha sucedido. Vamos, dejemos que los expertos tomen muestras,
las analicen, siguiendo el protocolo de las investigaciones y luego tras su
informe científico respectivo, se dé con la causa y con los culpables. Aquí lo
que se ha hecho es culpar a unas personas, solo por presión mediática, sin ninguna
prueba, ni menos un informe de los expertos.
1 comentario:
Según el último reporte el tóxico es un carbamato. Según Wikipedia los Carbamatos son compuestos orgánicos derivados del ácido carbámico (NH2COOH). Los insecticidas carbamato presentan un grupo funcional formado por un ester carbamato, incluidos en este grupo se encuentran por ejemplo el aldicarb, carbofurano (Furadan), fenoxycarb, carbaril (Sevin), ethienocarb, y fenobucarb. Estos insecticidas matan insectos causando la inactivacion reversible de la enzima acetilcolinesterasa. Los insecticidas organofosforados también inhiben esta enzima, aunque lo hacen de manera irreversible, y por lo tanto causan un envenenamiento y un síndrome colinérgico mucho más severos.
El repelente para insectos icaridin es un carbamato sustituido.
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