La semana pasada fue el Día del Científico e Inventor
Peruano. Hace poco fue el Día del Maestro en el Perú. El viernes se celebró el Día del Docente
Universitario. No hay grandes celebraciones desde la sociedad civil, ni menos
de los políticos; tampoco lo esperábamos. Prácticamente nos hemos saludado
entre nosotros. En el mundo hay actividades “silenciosas” de impacto a
la sociedad, muchas veces invisibles a los ojos de reporteros, cronistas e
historiadores.
De camino a la universidad veo a los emolienteros, aquellos
artesanos de la bebida caliente que reconfortan a los trabajadores mañaneros.
Los choferes y cobradores madrugadores que nos transportan, asediados por
extorsionadores, desafían el tráfico limeño. Por la noche, hay damas vendiendo
anticuchos y chicharrones hasta altas horas de la noche, con frío y soportando
las garúas limeñas para ofrecer sus productos y ganarse sus soles honestamente.
Uno llega al trabajo y todo está limpio y ordenado gracias a
la labor de los trabajadores de limpieza, cuya jornada empieza antes de las 8
a.m. ¿Cuántos de nosotros nos acercamos a ellos y los saludamos o les
conversamos un momento? ¿Conocemos dónde viven, dónde almuerzan o inquirimos
sobre su familia?
Hay muchas personas que hacen trabajos silenciosos y poco
valorados por la sociedad, pero indispensables para su funcionamiento y mejora.
El docente universitario es uno de ellos y no está solo.
Como docente universitario —con décadas de experiencia— he
percibido que lo que queda al estudiante de las clases varía según el tiempo.
Inmediatamente después recuerda los temas tratados en clase, el orden de temas
y alguna incidencia especial. Pero a medida que transcurre el tiempo, el
estudiante cambia su percepción, ya no recuerda lo tratado en clase. Tan solo
recuerda sensaciones y es allí cuando asuntos como los valores, el respeto, la
honradez, el trato, la puntualidad, entre otros transmitidos por el maestro al estudiante,
cobran importancia. Según haya sido el trato del maestro, esto le traerá gratos
o ingratos recuerdos. De allí la importancia de cómo
se debe comportar el docente en clase; no solo debe preparar su clase, también
y mucho más relevante es lo que transmite vía su comportamiento, que tendrá un gran impacto en el futuro de sus estudiantes.
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