400 soles. Eso me dijo un gasfitero
(plomero para otros y fontanero para mis amigos españoles) que era el costo de reparar las tuberías de agua de
mi baño que no funcionaban con mi terma. Hace dos años un pseudo gasfitero hizo
la instalación y desde entonces no puede bañarme con agua caliente. Este
inusual y castigador frío invernal limeño me obligó a
aceptar, no sin duda razonable, la propuesta de ese gasfitero carero que además
me aseguró: “el sábado a las 12 en punto estaré en sus casa puntual nomás” y añadió: “usted
pone los materiales, yo solo le cobro mi mano de obra”. Como si ese señor fuese
el dios de la gasfitería limeña acepté el trato.
Resulta que el susodicho no se
apareció a las 12 m. Tres horas después me llamó y dijo muy suelto de huesos que: “por motivos de
fuerza mayor (sic) no he podido ir, pero que segurísimo el domingo sí le cumplo, sí le cumplo, caballero”. Ya eso me alarmó de sobremanera, porque cuando a un peruano otro peruano le dice “seguro
te cumplo” es que no te va a cumplir y si te lo dice dos veces, ratifica inconcientemente que no va a cumplir. Por eso le dije que no, pensé en mandarlo
a la … (ese mismo sitio que está usted pensando), pero me contuve. Luego tras un intercambio de palabras, muy
corteses por cierto, di por terminada la conversación telefónica.
A los que no son peruanos les digo que el sueldo de un profesor de
colegio es un poco más de 1000 soles y este señor gasfitero me quería cobrar
casi más de la tercera parte del sueldo mensual de un maestro. En mi
desesperación por usar mi terma -instalada hace 2 años sin usar- acepté ese
excesivo monto (la verdad sin pensarlo mucho), pero tras ese arrebato mío
esperaba al menos puntualidad, pulcritud y un excelente servicio. Pero si ni siquiera
es puntual ¿qué podría esperar de ese
señor?
Para solucionar el problema (derivado de si no hay solución la huelga continúa: si no hay solución la dicha fría continúa) me
puse a pensar en la pregunta clave: ¿puede este asunto ser resuelto por un magister y doctor en ciencias
químicas y profesor principal de la UNMSM además, miembro de orden de la
prestigiosa Academia de Ciencias del Perú (es una chapa que casi no saco en una
conversación normal)?
Entonces, luego de pensar unos breves
minutos me di cuenta que no necesita un mezclador de agua fría y caliente, si
es que podía regular la temperatura de la terma calentándola cierto tiempo y apgándola (por
prueba y error) y haciendo la conexión de agua directa a la terma, con lo cual ya no
requería picar la pared, poner tuberías y tarrajear la pared, y ni hablar de
poner las diabólicas mayólicas del baño.
Luego pedí a mi hermano para que
me ayude. Bueno, en realidad, el hizo todo el trabajo. Necesité comprar unos
tubos de abasto y hacer unas conexiones, luego de media hora de “arduo” trabajo
ya estaba hecho. Después hice los clásicos experimentos: prueba y error, tiempo
de calentamiento de la terma y la temperatura de salida del agua. En realidad,
ponía mi mano para probar la temperatura y mi reloj para medir el tiempo. Usar
mi termómetro de laboratorio hubiera sido muy “rochoso” y claro seguro mis
sobrinas –especialmente la que estudia en la PUCP- lo hubieran posteado en las
redes “insociales” con la respectiva foto comprometedora y con un texto
sutilmente irónico y burlón (ella estudia letras así es que frases de ese tipo no
le faltan). Luego de algunas hipótesis, intentos y extrapolaciones descubrí que 10 ± 2
minutos era el tiempo que debe estar prendida la terma para una temperatura óptima
de baño.
Todo esto me lleva a pensar que
hay muchas cosas que uno puede hacer, pero por florera queremos que lo haga
otro pagándole y si eres un juez amiguero te lo hacen gratis. Recuerdo que antes mi padre era el carpintero, el pintor de
brocha gorda, el electricista, el gasfitero, en fin, cualquier trabajo
doméstico él lo hacía. Recuerdo que hasta hizo de albañil, cuando nos puso a mi
hermano y a mí, y también a mi madre en labores de mezcla de arena con cemento
(tres carretillas por bolsa de cemento) cuando construyó la vereda (me más
parece una pista de aterrizaje) de la casa. Es que en tiempos donde el dinero
no alcanza (como en los años 80: terrorismo, hiperinflación y gobierno de AG)
el peruano se pone modo “mil oficios”.
Ahora ya, con más “holgura
económica” uno tiende a ser indolente o al menos tener más tiempo de ocio para
ver las pelis de Netflix, los partidos de fútbol europeos o participar en las
redes “insociables”.
En realidad no es difícil hacer ciertos trabajos
domésticos. Uno puede ir a los cursos de los institutos o visionar los
videos del Internet donde te explican casi de todo. Yo aprendí viendo a mi
padre y cómo no, siendo su aprendiz en esas labores. Recuerdo que ya adulto cuando
estuve en Europa una vez hice una nueva instalación eléctrica en mi depa y mis
amigos se quedaron sorprendidos, para mí era algo normal. Claro que tuve que excusarme,
-no muy pocas veces- diciendo que tenía
mucho trabajo en el laboratorio de investigación, para evitar ir a los
departamentos de mis amigos y repararles sus cosas.
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