En mi experiencia como docente universitario de 20 años he podido hacer una clasificación de los alumnos. Es cierto que hay varias clasificaciones, pero la que yo he creado es la siguiente. A) Los alumnos que están aprovechando el tiempo en la universidad y B) Los que están perdiendo el tiempo.
Hay alumnos preocupados por aprender, están en la biblioteca, no se pierden ninguna práctica de laboratorio, nunca llegan tarde, están atentos a cualquier cosa que diga el profesor, le preguntan dónde buscar información, qué libros leer. Un colega sanmarquino definió a estos alumnos como aquellos que tienen “hambre de conocimiento”.
El porqué lo hacen tiene diferentes motivos: salir de la pobreza, por necesidad interna de saber más, por vocación a la carrera de química, por ser cada vez mejor, etc.
En la otra acera están aquellos alumnos que no se involucran mucho en su educación universitaria, no les importa llegar tarde. Cuanto menos trabajen o participen, mejor para ellos. Esperan que el profesor o sus compañeros los ayuden en los exámenes y tareas. En los laboratorios son netos espectadores, ven los que otros hacen y ni siquiera apuntan o toman notas. Tan solo se preocupan por no salir jalados en los cursos y si son desaprobados, para ellos es igual. El otro semestre o año se matriculan nuevamente en el curso. Pueden estar así unos años y ven graduarse cada año a los de promoción de ingresante, mientras que ellos todavía pueden estar a mitad de carrera.
La razón de esta última actitud es variada; sus padres les obligaron a estudiar una carrera que no les gusta (no tienen la vocación), tienen problemas familiares o económicos más apremiantes que resolver o son del todo indiferentes.
En algunos casos hay alumnos que están interesados alguna carrera de ciencias, letras, ingeniería ó arte, pero carecen de las aptitudes y actitudes necesarias. Por ejemplo, no razonan bien, no entienden lo que leen, no saben tomar notas, no tienen un buen método de estudio, no son pacientes, no son perseverantes, etc.
Otra explicación al fracaso universitario, que merece la pena destacar y que casi nunca se menciona, es la desnutrición y malnutrición infantil. Está comprobado que si han tenido desde niños mala alimentación sus cerebros no se desarrollarán con normalidad y tendrán serios problemas de aprendizaje. En nuestro país la tasa de desnutrición crónica en niños en las zonas rurales es 32,8 % y a nivel nacional es del 18,3 %. En términos generales, aproximadamente, uno de cada cinco peruanos ha sufrido de desnutrición infantil, lo cual les imposibilita terminar sus estudios de secundaria y ni siquiera pensar en ingresar a la universidad.
Si asumimos que los afortunados alumnos ingresantes a las más de 100 universidades nacionales y particulares, si bien es cierto no han caído en la desnutrición infantil, pero podrían estar malnutridos. Si la alimentación se basa en carbohidratos, grasas, minerales y en pocas proteínas, ya sea porque los padres no pueden comprar alimentos de buena calidad proteica o porque los padres si tienen dinero pero malcrían a sus niños con “comida chatarra”, biológicamente el cerebro no se desarrollará plenamente y seguro tendrán problemas en las aulas universitarias.
Si el alumno tiene problemas en la universidad por malnutrición infantil, pues no es culpa de él. Por mucho que se esfuerce y estudie, su cerebro sencillamente no da más, no está preparado para una exigencia universitaria. La culpa, obviamente, la tienen los padres.
Algunas veces ciertos alumnos se duermen en la clase, antes me molestaba, pero ahora los comprendo. Preguntándoles, obviamente luego de la clase, la razón de su cansancio muchos me dicen que tienen problemas económicos e imperativamente tienen que trabajar. El día anterior he trabajado hasta las 11 de la noche y que apenas llegué a mi casa 1:00 am me quedé dormido, pero luego tengo que levantarme a las 6:00 para llegar a la universidad a las 8:00 am y escuchar su curso, me contestó un alumno. Es lógico que estudiar y trabajar al mismo tiempo en muchos casos es imposible. Hay que lograr un balance entre la dedicación al trabajo y al estudio para no exagerar la carga en ambos o en uno de ellos.
En esta última parte me gustaría discernir acerca de los alumnos que no han tenido problemas de nutrición y no necesitan trabajar. Muchos de ellos lo “tienen todo” unos padres que los han alimentado bien, la comida nunca les faltó, sus padres le dan dinero necesario para comprar sus libros, pagar sus cursos, etc. Pero no rinden en la universidad, no les gusta lo que estudian, no tienen vocación por esa carrera universitaria. Para no perder su tiempo, el de sus padres y profesores, estos alumnos deben consultar con un psicólogo vocacional quien los orientará si la carrera universitaria en la que están ahora va con su vocación o no.
No basta decir, yo quiero ser científico para serlo. Al igual que no todos podemos jugar en la selección de futbol, básquet, natación, atletismo, etc. ya que o bien no contamos con las aptitudes y actitudes, no tenemos vocación, en fin no somos buenos en eso, no tenemos capacidad, no todos pueden llegar a ser alumnos exitosos en la universidad, por más que lo quiera o deseen.
Yo siempre digo a mis alumnos que estos 5 o más años de vida universitaria son decisivos en su futuro, no sólo como profesional sino futuro personal. Imagínese un egresado de cualquier carrera sin vocación, su vida está condenada al fracaso. Nunca le gustará su trabajo, que de hecho lo consideran tedioso y aburrido. Para esa persona es casi como un castigo divino. Espera con ansias la hora de salida, los fines de semana, las vacaciones. Vivir de esa manera ¿es acaso vida? Toda su vida está condenada a ser infeliz, todo por una mala decisión.
Si tu vocación es el arte, pues ve allí, si es para las letras haz todo lo posible por estudiar una carrera de ese tipo, si es por las ciencias ¿por qué estudiar otra cosa? Esos 5 años en la universidad son decisivos.
Los alumnos que pierden el tiempo en la universidad están hipotecando su futuro y luego la vida les pasará una factura difícil de pagar. Para decidirse a estudiar una carrera universitaria tienes que tener vocación, una nutrición apropiada, algo de dinero para los gastos educativos y manutención, unas aptitudes y actitudes necesarias. Preocúpate por saber si tienes estos requisitos en lo que ahora estudias, si es así adelante, dale con todo, pero si te falta alguna busca ayuda o cámbiate por una carrera profesional que más se te acomode. De esa decisión depende tu futuro.
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