En este año he recibido invitaciones para participar en comisiones para elaborar otro Plan Nacional, a pesar de que el Centro de Planeamiento Estratégico (CEPLAN) recientemente elaboró el Plan Perú 2021.
Este Plan 2021 costó tiempo y dinero, pero parece que no es del agrado de muchos. Para colmo de males, no cuenta con el apoyo del actual gobierno. En visto de ello, veo que algunas instituciones han comenzado a elaborar planes alternativos para el Perú.
El Colegio de Ingenieros ha convocado a los profesionales para elaborar el Plan Perú 2040 que, según dice esta institución, sentará las bases del desarrollo del Perú. Han trabajado desde el año pasado y en la actualidad hay 61 comisiones entre las cuales están las siguientes: banca, minería, emprendimiento, hidrocarburos, industria, educación, ciencia y tecnología, ambiente, turismo y reforma judicial. Las Comisiones del CIP aplican la llamada prospectiva estratégica.
El diario El Comercio, hace poco, en su editorial lanzó la iniciativa PERÚ 2.0- Rumbo al Bicentenario. Me parece que luego otras instituciones, especialmente los de la sociedad civil, lanzarán similares iniciativas. Seguro habrá uno de ciencia y tecnología. Pero yo me pregunto, si al documento elaborado por el CEPLAN el gobierno no le hace caso, ¿qué nos hace suponer que a los otros planes no les pase lo mismo? ¿Es bueno que existan varios Planes Perú?
Pero aparte de elaborar el Plan y publicarlo hay que ejecutar ese plan. Esto, en nuestro país es más difícil que ocurra, primero un camello pasará por el ojo de la aguja y luego un rico irá al cielo. Países vecinos, cuyos gobernantes comprenden que la educación superior en ciencia y tecnología es importante para el desarrollo de sus países, desde hace ya algunos años han invertido dinero para subvencionar mil o dos mil doctorados en ciencias por año y ya san sacado varias promociones. En el Perú no existe un programa similar. Solo hay planes y planes de planes.
Como en el Perú no tenemos cultura de planificación y las pocas instituciones que existieron en toda nuestra vida republicana tuvieron una vida esporádica y poco trascendente, nos encontramos ahora, que se acerca el bicentenario de nuestra independencia, en la misma situación desesperada y desorientada sobre el fututo de país que en el año 1821 cuando nos independizamos de España. Pero echemos un vistazo a nuestra historia sobre planificación.
La ley 14220 de 19 de octubre de 1962 dio un gran paso al crear al Sistema Nacional de Planificación del Desarrollo Económico y Social. Por primera vez, en el Perú, la planificación se enmarcaba en una norma legal. Este sistema estaba conformado por el Consejo Nacional de Desarrollo Económico y Social, el Instituto Nacional de Planificación (INP), el Consejo Consultivo de Planificación y Oficinas Sectoriales y Regionales de Planificación. Luego en 1981 apareció la ley de Organización y Funciones del Sistema nacional de Planificación que eliminó al Consejo Nacional de Desarrollo Económico y Social. El Instituto Nacional de Planificación creado en 1962 por la Junta Militar se disolvió en 1992 pasando el Ministerio de Economía a asumir la mayoría de sus funciones y se creó el Consejo Nacional de Planificación cuyos miembros eran los mismos del Consejo de Ministros. Luego del Acuerdo Nacional se promulgó en 2005 la Ley 28522 que crea el Sistema Nacional de Planeamiento Estratégico y el CEPLAN, este último se implementó en el año 2008.
La historia común de los organismos relacionados con la planificación de nuestro país es que una vez que se crean, al poco tiempo se destruyen. Irónicamente, esto es lo único que está planificado; su eliminación o destrucción. Asimismo, los planes de desarrollo peruanos, la mayoría, son muy ambiciosos e irreales. Al ser demasiado ambicioso crea una expectativa en la gente que al incumplirse, se desacredita. Resultado: la gente ya no cree más en los planificadores. Parece que el planificador es más un soñador, que vive en las nubes o sea en otro mundo. En 10 años hay que bajar la pobreza a la mitad. ¿Cómo se logra esto? Bueno, eso ya es otro asunto.
Ahora, que en estos tiempos se habla de plan de vida de cada persona, el plan de vida de nuestro país no existe y nuestras vidas están libradas a la suerte, al sueño irracional y soberbio de los politiqueros de siempre; es decir, al fracaso. Lo único que se salva son las acciones aisladas de personajes, como escritores, artistas, deportistas y profesionales, pero al no estar consensuadas, ni formar un cuerpo organizado son poco trascendentes.
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