Translate

domingo, 13 de abril de 2008

Historia de un gatito y dos perritas


Hace unos meses mi tía Nelsa nos obsequió dos perritas que tan solo llevaban unas semanas de nacidas. Son unas perritas que no crecen mucho, no tienen un pedigrí prestigioso, son lo que en el Perú llamamos chuscas, pero muy cariñosas y querendonas. Como tenemos una casa que está rodeada de un terreno de aproximadamente 2,800 metros cuadrados allí están a sus anchas.

Resulta que a los pocos días de llegadas a mi casa las perritas, se apareció, no se sabe de donde, un gatito. Nosotros nunca hemos criado un gato, ni hemos tenido intención de hacerlo. Nuestra relación no ha sido amistosa, es más, habíamos declarado la guerra a estos animales. Claro que nos han visitado algunos gatos de los vecinos cuando cazan palomas o ratones, pero han sido recibidos "cariñosamente" por los perros o por las piedras que les tirabamos.

Otros gatos que osaban entran por más tiempo en nuestros dominios han tenido recibimiento hostiles. Uno de los primeros cuando llegó a nuestra casa tuvo mala fortuna, estaba tan sucio que a mi y a mi hermano Alfredo se nos ocurrió bañarlo !semejante falta de cultura gatuna¡ Por supuesto que el susodicho gato murió a los pocos días. Eso de las siete vidas no le funcionó. Recuerdo que en otra ocación se apareció una gata con toda su prole de recién nacidos gatitos, no les digo lo que hicimos, pero si hubieran sabido bucear, habrían tenido posibilidad de sobrevivir.

Así, nuestra historia con los gatos se parecía a la relación entre palestinos y judios. Cuando los gatos entraban, en alguna de sus incursiones nocturas, hacían tal estropicio en nuestra casa que nosotros saliamos persiguiendo y maldiciendo a estos mininos. Por otro lado, cuando veíamos a uno de ellos cerca de nuestra casa, recibía tal andanada de insultos, piedras y palos que parecía que estuviésemos reviviendo pasajes bíblicos.

Con todo este historial de guerra este gatito, que seguro como muchos peruanos no sabe de historia o si la vivió ya se olvidó, osó acercarse maullando lastimosamente a nuestra casa, nosotros nos quedamos perplejos. Mi mamá, como todas las madres se apiadó del minino y le dió un poco de leche. Pero lo que no dejó atónitos es la relación amical, casi de familia, que se formó, de manera natural, entre este gatito y nuestras perritas. Es que éstas últimas son tan cariñosas que han logrado trabar, desde el inicio, una relación amistosa con el gatito.

Al ver esto, una lección de apoyo mutuo entre animales que por naturaleza es hostil, nosotros, sin discusión alguna, decidimos permitir que el gatito viva junto con las perritas. Al decir viva, no sólo me refiero sólo a que esé cerca de nuestra casa, sino que también que su vida esté asegurada. Al ir pasando los días la relación entre el gato y las perritas se profundizó a tal punto que ahora duermen juntas (tal como se aprecia en las fotos) y se hacen cariño mutuo.

Una particularidad es que ni el gatito ni las perritas tienen nombres. Simplemente cuando nos ven se acercan. No necesitamos llamarlos por nombres. Otra curiosidad es que el gatito copia el comportamiento de las perritas. Por ejemplo, cuando lo acaricio se pone panza arriba, al igual que las perritas.

Pero nuestra relación con los otros gatos no ha cambiado. Hay un gato negro, gordo y grandazo, más parece un perro. Resulta que este monstruo cada vez que se mete a nuestro terreno corretea con malas intenciones a nuestro gatito y, a veces, le da una reverenda paliza. Seguro lo considera un traidor, dada nuestra vieja relación no amical entre nuestra familia y los gatos. Pensará que este gatito se ha vendido por un mendrugo. Este miserable gato negro, por supuesto, si tiene orden de captura, vivo o muerto, si es lo segundo mejor.

Cuando me levanto por las mañanas, lo primero que hago es dar un vistazo por la ventana y ver durmiendo los tres, acurrucados, dándose calor y cariño mutuo !qué alegría de vida¡


No hay comentarios: