Que tenga experiencia, conocimientos suficientes para el puesto, títulos y grados académicos, entre otros. Pero ¿acaso eso es suficiente? Existen cualidades y capacidades que, muchas veces, son ignoradas por los reclutadores. Para mi las siguientes cuatro son importantes:
· la creatividad
· la cualidad de resolver situaciones o problemas complicados
· la capacidad de tomar decisiones y
· la capacidad de adaptarse a los cambios.
Cuando se presenta un problema difícil; por ejemplo, mejorar un producto en un corto tiempo y con escasos recursos, se debe escoger, de varias soluciones posibles, sólo dos o tres. Para lograr resolver el problema según los requerimientos y capacidades de la empresa se requiere creatividad y una habilidad especial. Muchos son expertos creando problemas, no solucionándolos.
Los de planta o producción casi siempre quieren las cosas rápidas y hay que tomar decisiones correctas. Muchas personas son incapaces de tomar decisiones. Si el jefe es incompetente, temeroso y no conoce la potencialidad de los equipos ni la de sus subordinados, entonces tendrá muchas probabilidades de escoger la decisión incorrecta.
Hay también muchas personas que tienen temor al cambio. Esto, en un químico, es muy peligroso. Cada año aparecen nuevas técnicas y uno debe adaptarse a ellas. Si uno ha trabajado con un equipo de absorción atómica por décadas y, ahora, se necesita un ICP, pues hay que estudiar y acostumbrarse a trabajar con el nuevo equipo. Pero si hay un temor o miedo de mejorar, pues uno está perdido.
De todas las cualidades la que yo considero más importante en un químico es la ética. A diferencia de otras profesiones no científicos, al químico se le enseña desde su primer informe de laboratorio a reportar los datos reales que obtuvo en la práctica, no los que él cree o vio en los libros o los que le contaron. El nunca puede alterar un dato; debe ser honesto. Por eso, yo siempre le pongo un cero al alumno que escribe en su informe un dato falso. Sólo con datos fidedignos el químico realizará las discusiones y conclusiones correctas. La ética, en este mundo donde la mentira es común, es un valor que los químicos debemos mantener.
Todo lo anterior vale y otras cosas más que a usted se le ocurra. Pero hay algo que muchas veces no se toma en cuenta: la capacidad de convivir en un ambiente laboral. El lugar del trabajo puede ser inspirador y muy llevadero cuando todas las personas, desde los jefes hasta el personal de seguridad, son “buenas gente” y de trato cortés. Sin embargo, cuando hay una secretaria o un colega conflictivo se crea un ambiente muy tenso y estresante. Uno más se preocupa en tratar de sobrellevar la situación que en el trabajo en sí. La energía que uno podría dar al trabajo se ve menguada por el estrés.
Otra cosa que no soporto es tener un jefe incompetente. Más grave es cuando el jefe, además de ser un inepto, es injusto, no reconoce los meritos de los demás y se otorga meritos que han sido realizados por sus subordinados. Otros defectos encontrados en los jefes son: gritones, cascarrabias, inflexibles, déspotas, no escuchan a sus empleados, son “macheteros, dicen una cosa y hacen lo contrario, entre otros. Muchas veces, lamentablemente, todos estos defectos vienen juntos en una sola persona.
¿Qué busca un químico en una empresa?
No sólo las empresas encuentran defectos o cualidades en los profesionales. También los profesionales encontramos defectos en las empresas. Aparte de lo mencionado con respecto al ambiente laboral, los jefes incompetentes y a los bajos sueldos, puedo añadir el incumplimiento del pago por sobretiempo (casi todos trabajan más de 8 horas diarias, pero reciben como si sólo trabajasen 8 horas) y la falta de una gestión de la calidad, ambiental, de seguridad y salud ocupacional. A todo ello, con mucha pena y desconsuelo hay que agregar el racismo.
La frase "Una cosa es un desnudo griego mirando el Támesis y otra un cholo calato mirando el Rímac" atribuida a Rodolfo Hinostroza, variante de la frase "No es lo mismo un desnudo griego que un peruano calato" de César Moro (Alfredo Quíspez Asin) es ilustrativa del racismo existente en el Perú.
Algún día espero encontrar la siguiente nota: “La política de esta Empresa, en cuanto al ingreso del nuevo personal o a los ascensos, no se basa en el nivel social en el que el postulante se encuentre, sino en las cualidades, competencia y conocimientos que el profesional posee. Siempre buscamos el personal mejor calificado. Año tras año reclutamos en las Universidades e Institutos a los mejores alumnos para reclutarlos y asegurarnos los mejores talentos.”
Lamentablemente, nunca he visto una empresa acercarse a las Universidades para reclutar a los mejores alumnos. Los meritos en sus estudios no son considerados. Muchos son reclutados no por sus cualidades, capacidades o competencias, sino por cuestiones sociales o racionales. Cuantas veces he escuchados a colegas y exalumnos sus malas experiencias cuando postulamos a un puesto. Algunos son rechazados por simplemente no tener un apellido como ”Riva Agüero” o “De la Torre Ugarte”. Otros no pueden ascender por ser de “clase baja” o tener la “piel muy oscura”. Una vez escuché a un gerente racista decir: “acaso, éste con cara de cholito pretende ser jefe de laboratorio”. ¡Increíble!
Muchos nunca ponen en su hoja de vida que viven en San Juan de Lurigancho o Comas, sino más bien, en San Isidro o Miraflores. He leído en el diario que las empresas excluyen a los postulantes por el simple hecho de ser egresados de las universidades nacionales. Por desgracia, en el Perú, con raras excepciones, todavía se toman decisiones basadas en prejuicios sociales. En general, la meritocracia no es la política de las empresas peruanas.
Pero no sólo ocurre ello con las empresas privadas, en las del estado también ocurre. La promesa de un candidato presidencial que los mejores alumnos de las universidades trabajasen en instituciones del estado no se ha cumplido. Sin ir más lejos, en los ministerios y demás instituciones estatales los puestos más importantes son ocupados por aquellos que pertenecen a la cúpula más alta de los partidos políticos. A pesar de tener una riqueza de culturas ¿alguien ha visto a un general de la Marina negro? Aunque hemos avanzado, ya que últimamente los partidos políticos por estar compuestos por personas morenas, negras, chinos, japoneses, costeños, andinos y selváticos. Sin embargo, ellos han logrado tener puestos importantes en el Congreso o en algunos Ministerios y Regiones, pero por influencia política, no por sus méritos. Bueno, aunque siempre hay excepciones.
Algunos de mis exalumnos son excelentes profesionales con grandes dotes, con iniciativa, responsables, con actitudes y aptitudes de químicos que hacen la diferencia. Pues ellos, no ocupan los puestos adecuados según sus características, sino que están relegados a puestos de bajo nivel o simplemente desocupados. Ello tan sólo por prejuicios de clase o racistas. ¿Es así como se realiza la competitividad empresarial? Algunos al no poder tolerar tan injusto trato emigran al extranjero y allí, triunfan. O sea, no es culpa de ellos el que no puedan tener éxito profesional en el Perú, sino que el sistema peruano no busca un profesional con meritos o cualidades especiales, sino más bien uno con contactos familiares o políticos.
En el Perú toda empresa tiene que innovar, ello no sólo implica tener creativos en publicidad, sino también creativos en ingeniería y ciencias, necesarios para hacer un producto mejor y, allí, los químicos juegan un rol crucial. Necesitamos empresas que promuevan la creatividad y la innovación, de tal modo que los excelentes profesionales peruanos sientan que todo su esfuerzo y dedicación realizados en la Universidad y fuera de ellas son recompensados y sientan que en el Perú esta vida tiene sentido para aquel que se ha esforzado, sino todo el esfuerzo de estas personas, todo el dinero gastado por el Estado Peruano en educación, todo el esfuerzo de los profesores universitarios y de colegio, será en vano.
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