Desde hace tiempo estuve interesado en leer el libro de Nicolás Lynch Los
jóvenes rojos de San Marcos: el radicalismo universitario de los años 70. Desde
cuando era un estudiante sanmarquino en los años 80 me interesó bastante
conocer la vida de los líderes estudiantiles, no tanto sus actividades
políticas sino su vida personal, su procedencia familiar, sus pensamientos sobre
la universidad y el Perú, sobre el futuro profesional, entre otros asuntos. El
libro de Lynch me ha permitido conocer y sobre todo entender este aspecto íntimo
que antes era secreto y enigmático.
La primera impresión que tuve con la política universitaria, allá por los
80, fue cuando estaba tomando el bus de San Marcos, comúnmente llamado el
burro. En eso se acerca un grupo de personas, alrededor de cien, y bloquea una
pista al costado de la Facultad de Derecho. Atiné a ver a ese grupete que se
arremolinaban alrededor de cierta persona al cual lanzaban una serie de improperios
y para espanto mío le arrojaban piedras pequeñas. Cuando pregunté quién era esa
persona me dijeron el rector, que ese tiempo era el doctor Gastón Pons Muzzo que
para más señas era profesor de mi facultad.
Era usual, por los 80, la toma de locales que podían incluir salones, bibliotecas,
despacho de docentes, decanatos, Consejo de Facultad, etcétera. Me acuerdo
muchos de las pizarras donde con un lenguaje incendiario y violento se escribía
en contra de una posición política o se injuriaba a cierta persona. Por los
corrillos universitarios se decía que si no aparecías en una pizarra eras un
donnadie. Otra experiencia que tuve fue
cuando un dirigente bajó a los salones y exhortó a los cachimbos -entre los
cuales se encontraba- para ir a reclamar airadamente al decano de turno de un
tema que ahora no me acuerdo. En términos modernos dicha práctica se podría
considerar como acoso e intimidación, pero en esa época era pan de cada día.
Lo bueno de San Marcos es que queriendo o no el estudiante adquiere una
cierta sensibilidad social y una mayor o
menor formación política. Un estudiante
sanmarquino de los años 60, 70 y 80 sabe, por experiencia que no existe una
izquierda sino diferentes grupos o mejor dicho grupúsculos de izquierda. La
respuesta a la eterna pregunta de ¿por qué la izquierda no se une? se puede
apreciar claramente tras la lectura de este libro.
En la actualidad,
muchas personas cuando hablan de la izquierda peruana no saben su historia y
además desconocen que hay diferencias entre comunismo, socialismo, maoísmo,
leninismo, trotskismo, marxismo, mariateguismo, etc. Incluso hay gente tan osada que en su
ignorancia los confunde con terroristas. Hay un hecho histórico que, mucha
gente ignora y es que a fines de los años 50 e inicios de los 60 hubo un
quiebre en las relaciones entre la China de Mao Tse
Tung y la entonces
URSS, lo que se conoce como la ruptura entre soviéticos y chinos, creándose
seguidores entre Moscú y Pekín (moscovitas y pekineses). Es por ello, en el
Perú el Partido Comunista Peruano fundado
en 1930 sufre una división el año 1964 cuando se creó el Partido Comunista
Peruano- Bandera Roja (PCP-BR) de tendencia pekines (pro chino) y se establece
el primer acercamiento con China. Posteriormente, en 1967 se produjo la primera
subdivisión del PCP-BR en dos grupos: Bandera Roja y Patria Roja. Para más información leer APOGEO Y CRISIS DE LA IZQUIERDA
PERUANA HABLAN SUS PROTAGONISTAS (pg 22 y siguientes) de Alberto Adrianzén (Editor) Estos hechos son
importantes conocer para entender a la izquierda peruana.
Tres sucesos importantes sucedieron en la UNMSM a fines de los 70 y
empezando los 70 donde el activismo político se activó en extremo. Uno es la
salida del Dr. Luis Alberto Sánchez del rectorado, otra la lucha contra el
Ciclo Básico y la última el golpe
militar del General Juan Velasco Alvarado. Por otro lado, El 18 de febrero de
1969, el gobierno derogó la Ley Universitaria y promulgó una nueva a través del
DS 17437 lo que ocasionó un caos en la organización política universitaria.
Es preciso recordar que producto de varias protestas estudiantiles Luis
Alberto Sánchez renuncia al rectorado de la UNMSM en 1971 y la Asamblea Universitaria designa al
profesor más antiguo: al decano de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, Dr.
Juan de Dios Guevara. Mucho recuerdo el
editorial escrito por el Dr. Fernando Quevedo Ganoza sobre su maestro:
Lo que no
todos saben y algunos, tal vez, no recuerdan es que, durante la II Guerra
Mundial, el Perú dejó de recibir medicamentos de Europa o de los EEUU de
América. Los agentes terapéuticos y sus ingredientes no tenían otro destino que
los países que participaban en la gran conflagración mundial. La salud y la
vida de los peruanos peligraban. Fue entonces que Juan de Dios, aplicó sus
profundos conocimientos en Química Orgánica, en Tecnología Farmacéutica y en
Farmacología, para diseñar, sintetizar ingredientes y fabricar los medicamentos
que los habitantes del Perú requerían. De los laboratorios farmacéuticos de ese
otro Maestro Ángel Maldonado, surgieron las medicinas que salvaron del dolor,
del sufrimiento y de la muerte a miles de compatriotas. Nunca recibió, por esos
logros, un reconocimiento oficial del Gobierno, pero estamos seguros que la
historia del Perú lo reconocerá algún día. Tomado de: http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1810-634X2010000100012
Para mi sorpresa todos los líderes estudiantiles de esa época se
expresaban muy mal de doctor Juan de Dios de Guevara y no reconocen su labor
académica y su amor por el Perú. Para los docentes y
estudiantes de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, los de Química y socios
de la Sociedad Química del Perú consideramos a él como una gran persona de buen
trato con los investigadores y un docente de un buen nivel académico. Mucho me
acuerdo cuando en mi época estudiantil iba regularmente a la biblioteca de la Sociedad Química
del Perú a leer las revistas y en una oportunidad el Dr. Juan de Dios de Guevara
se me acerca y habla para conocerme y al ver mi interés por la revistas me obsequia
una revista de la IUPAC que atesoré por varios años. Sin embargo, líderes
políticos estudiantiles expresan calificativos denigrantes e injuriosos contra
este insigne académico en el libro de Nicolás Lynch.
Una explicación sobre la respuesta negativa ante el Dr. Juan de Dios
Guevara, insigne investigador y mejor buena persona, es que esos políticos
estudiantiles estaban altamente dogmatizados y quienes no pensaban como ellos lo
consideraban como sus enemigos, por el simple hecho de ser autoridad ya lo
consideraban antagonista y según ese criterio había que combatirlo. Este comportamiento,
alejado de las lides políticas sanas que construyen país es el que observamos
en los políticos hoy, sea de derecha o de izquierda. Por
ello, siempre se dice -hasta la saciedad- que San Marcos es un reflejo del país
y comprender la historia de San Marcos es comprender la historia del Perú. Por tanto,
la lectura de este libro de Nicolás Lynch es altamente recomendable.
Mi generación veía a estos líderes estudiantiles que nunca acababan sus
estudios universitarios: los eternos estudiantes. No voy a espoilear el libro,
solo decir que tras la lectura del libro se comprende ese hecho, a pesar de que muchos de ellos eran capaces de terminar sus estudios universitarios a tiempo.
El libro indica como se formó el
FER (Frente Estudiantil Revolucionario), Patria Roja, Vanguardia
Revolucionaria, Unión Estudiantil, entre otros como. Impresiona también conocer que muchos de esos
dirigentes políticos universitarios hayan sido autodidactas casi al ingresar a
la universidad. Es decir, no es que después de estudios universitarios de
ciclos superiores o tras conocer las diferentes opciones políticas y diversos
temas de humanidades opten por una preferencia política. Además, sus fuentes de
formación e información eran muy pocos libros y sobre todo panfletos traducidos
del chino o ruso al español, no se sabe por quién ni si esas traducciones son
reales o edulcoradas.
Para colmo, a estos lideres políticos universitarios, su precaria formación
humanística, cero experiencia social, asociado a cierto mesianismo, narcisismo y petulancia
los convierte en seres muy dogmáticos y, por ello; sumamente intransigentes. Los
principios básicos de “su doctrina” era su único norte para explicar, sin
discusión alguna, quejas, dudas ni murmuraciones, casi todos los fenómenos no
solo los políticos, también los culturales, sociales, económicos, religiosos,
etc. Esto sumado a su completa ignorancia de los cambios sociales peruanos y mundiales y a
su percepción idealizada de los países extranjeros hacen un coctel peligroso y
efímero. Cuando la realidad chocó con su dogmatismo, todo se les vino abajo. Prueba de ello, es que podemos comprobar ahora
la nula presencia en el quehacer político universitario y la desaparición en el
espectro político nacionales de esos políticos universitarios de los 70. Uno
que otro sigue en la brega a un nivel casi desapercibido, otros alejados de la
política, pero sorprende que algunos de los más recalcitrantes políticos
universitarios años después han migraron a la derecha y llevaran consigo su mentalidad intransigente.
Es mi opinión que en la universidad se haga política, porque es un lugar
ideal para formar cuadros de los futuros políticos y gobernantes de un país. Sin
embargo, hay universidades donde se condena la actividad política, en especial
en las universidades chicha. Esos dueños de universidades no entienden que la
universidad es un lugar donde el estudiante, aparte de su carrera, puede
dedicarse al arte, al deporte, a diversas actividades culturales y políticas. Y eso es lo que ha ocurrido en el Perú, se ha
castigado, vilipendiado y despreciando
la actividad política universitaria tanto de corrientes políticas de derecha como
las de izquierda. Los gobernantes formados en las canteras de los partidos
políticos, creo yo, se formaron en la universidad antes del año 60 como José
Carlos Mariátegui, Víctor Raúl Haya de la Torre, Luis Alberto Sánchez y después de ellos Alfonso Barrantes, Fernando Belaunde, Luis
Bedoya, entre otros. Me refiero a los políticos con
doctrina política y con cierta visión de país aunque con serias deficiencias en sus gobiernos, no a los advenedizos, aventureros,
mesiánicos, ni a los que velan por sus intereses económicos. Tal es el deterioro
político peruano, que, por ejemplo, no hay un líder con fuerte ideología
política que sobresalga ante la situación social actual.
Se requiere con urgencia sólidos partidos políticos nacionales que tengan
presencia en las universidades con buena formación doctrinaria, humanistas, cultos,
versados, sensatos, inteligentes, juiciosos y sobre todo honrados. Un político
universitario formado así en la academia con una sólida formación profesional y
política es el que requerimos para que ocupe cargos de gobierno municipal,
regional y nacional, no la tira de sátrapas, incultos, ganapanes y
deshumanizados que nos han gobernado casi siempre.